Hoy, al detenerme un momento frente a https://www.karolszymanowski.pl/, sentí esa vibración sutil que aparece cuando la vida decide alterar el ritmo conocido. Igual que una melodía que introduce una nota imprevista, ciertos instantes nos obligan a escuchar con más atención, a percibir lo que antes pasaba desapercibido. El azar tiene esa habilidad: no grita, no irrumpe… simplemente cambia la armonía y nos invita a descubrir hacia dónde quiere llevarnos.
A veces seguimos un camino con la seguridad de conocer cada compás, cada repetición, cada pausa. Y de pronto, una sensación leve —un presentimiento, un destello interno— nos dice que la partitura está por transformarse. Es en esos momentos cuando las decisiones adquieren un peso distinto, porque ya no se trata de elegir con la razón, sino de encontrar el valor para responder a una música que sólo el corazón reconoce.
Quizás por eso recordamos tanto esos cambios inesperados. Porque no fueron fruto del control, sino de la entrega. De dejar que el destino marque un nuevo ritmo y permitirnos danzar con él, aunque todavía no sepamos cómo termina la canción.