A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo:
Este es de quien yo decía:
El que viene después de mí, es antes de mí;
porque era primero que yo.
Porque de su plenitud tomamos todos,
y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.