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†☼♥REFLEXIONES♥†♥ : EL MÁXIMO ESFUERZO Y LA ENVIDIA. UN MAL QUE NOS AQUEJA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: MAGVBIL  (Mensaje original) Enviado: 11/10/2016 15:24
 

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Hola mis amados:

Hemos observado las carreras de los atletas, salen veloces para ver quien llega primero para obtener el premio, en la vida espiritual también tenemos una carrera por delante, por eso Pablo nos dice que él iba en pos de ese premio, la fe nos impulsa para que con valor, perseverancia, constancia y seguros logremos aquello que nos ha sido reservado por el Señor que nos llamó de las tinieblas a Su Luz admirable, que nada nos detenga de este Camino de Gloria que Él nos marcó con Su ejemplo, por tanto somos ganadores en Cristo Jesús. 
 
EL MÁXIMO ESFUERZO

Prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. (Filipenses 3:12)
El crecimiento espiritual no es un ejercicio intermitente; debe ocupar todo el tiempo. En realidad, la palabra griega para “prosigo” se empleaba para describir a un corredor de carreras cortas, y se refiere a un enérgico esfuerzo. Pablo estaba corriendo con todas sus fuerzas, distendiendo todos los músculos espirituales a fin de ganar el premio (cp. 1 Co. 9:24-27). También dijo que debemos pelear “la buena batalla de la fe” (1 Ti. 6:12)
Esa perspectiva no estaba limitada a Pablo. El autor de Hebreos escribió: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (He. 12:1).
Nuestra búsqueda vitalicia es ser semejantes a Cristo. El correr esa carrera exige el máximo esfuerzo en el uso de los medios de gracia Dios nos ha dado.
 
LA ENVIDIA.  UN MAL QUE NOS AQUEJA
 
La envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas, tanto a los propios envidiosos como a sus víctimas. Puede ser explícita y transparente, o formar parte de la psicodinámica de algunos síntomas neuróticos. En cualquier caso, la envidia es un sentimiento de frustración insoportable ante algún bien de otra persona, a la que por ello se desea inconscientemente dañar. ¿Por qué?  El envidioso es un insatisfecho (ya sea por inmadurez, represión, frustración, etc.) que, a menudo, no sabe que lo es. Por ello siente consciente o inconscientemente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad, etc.) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar. Así, en vez de aceptar sus carencias o percatarse de sus deseos y facultades y darles curso, el envidioso odia y desearía destruir a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación. La envidia es, en otras palabras, la rabia vengadora del impotente que, en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia. Por eso la envidia es una defensa típica de las personas más débiles, acomplejadas o fracasadas.
Dicho sentimiento forma parte también de ese rasgo humano, el narcisismo, desde el que el sujeto experimenta un ansia infatigable de destacar, ser el centro de atención, ganar, quedar por encima, ser el "más" y el "mejor" en toda circunstancia. Debido a ello, muchas personas se sienten continuamente amenazadas y angustiadas por los éxitos, la vida y la felicidad de los demás, y viven en perpetua competencia contra todo el mundo, atormentadas sin descanso por la envidia. No es ya sólo que los demás tengan cosas que ellas desean: y es que las desean precisamente porque los demás las tienen! Es decir, para no sentirse menos o "quedarse atrás". Este sufrimiento condiciona su personalidad, su estilo de vida y su felicidad.
Este sufrimiento secreto, siempre es negativo. La conocida "envidia sana" no existe. Es un sentimiento que debe ser aceptado como uno más de los que sentimos. La preocupación llega cuando la envidia se convierte en patológica e interfiere en la vida de la persona, cuando ese sentimiento posee al individuo, merma su autoestima y le incapacita para llevar una vida saludable.
Las formas de expresión de la envidia son muy numerosas: críticas, ofensas, dominación, rechazo, difamación, agresiones, rivalidad, venganzas... A escala individual, la envidia suele formar parte de muchos trastornos psicológicos y de personalidad (por ejemplo, algunas ansiedades, trastornos obsesivos, depresión, agresividad, falta de autoestima...). En las relaciones personales y de pareja, está involucrada en muchos conflictos y rupturas. En lo social y político, su influencia es inmensa. Por culpa de la envidia, se hacen trabajos de magia negra para destruir el entorno armónico de una familia, se llega a agredir a una persona por no aguantar que fuera más guapo, e incluso rayar la pintura de un automóvil nuevo.  En ocasiones la envidia puede hacer que el envidiado muera a manos del envidioso.
La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño empieza a relacionarse con el grupo familiar y social, si el niño se siente amenazado en su terreno y en lo que más quiere, tiene un sentimiento de vacío, deseará a toda costa conseguir todo lo que no posee o cree que no puede poseer.  Esto se manifiesta con pataletas, rabietas, por esto es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas y enseñándole a dar, para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas.  De esta forma aprenderá a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, así empezará a madurar. 
Si al niño que ha pasado por episodios de envidia constante, nadie de su entorno le ha calmado esta ansiedad, crecerá con sentimientos de frustración y de vacío y será un adulto envidioso contaminado por el rencor a los éxitos ajenos, incluso de su propia pareja y amistades, llegando su vida a ser un verdadero tormento.
Es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática y otras veces se camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva admiración.  El envidioso se "alegra de los fracasos ajenos", "sufre con los éxitos ajenos", y desaprovecha tanta energía en esto, que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos.  Considera que los demás consiguen las cosas con facilidad y sin esfuerzo, no es una persona generosa, si triunfa nunca se siente satisfecha, este sentimiento es muy perjudicial para quien lo siente y "muy peligroso para la persona envidiada".
Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento.  Intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas.  No desarrolles confianza con las personas envidiosas.
No hay que confundir la envidia con los celos, que son sentimientos muy distintos. La envidia nace de las carencias del sujeto, que quiere destruir al objeto-espejo. Los celos, en cambio, nacen del miedo a perder el afecto de la persona amada, a la que se quiere conservar. No obstante, ambos sentimientos pueden ir juntos. 
En suma, cuanto más débil, insatisfecha o narcisista es una persona, tanto más envidiará a la gente que posea lo que a ella le falta. La envidia sólo se cura tomando conciencia de lo que se está sintiendo y resolviendo las propias carencias y facultades, a través de un proceso de crecimiento emocional que nos permita transformarla en una emoción saludable que nos va a ayudar a vivir más felices.
“La envidia es un síntoma de la falta de apreciación de nuestra dignidad. Cada uno de nosotros tiene algo único que dar que otros no tienen”. La persona madura no envidia a nadie.
Para gestionar y superar la envidia, nada mejor que replantearnos algunos principios que nos ayuden a disfrutar de un mayor equilibrio y a vivir de forma más serena y gozosa:
Pensar que no estamos perdiendo nada cuando a otras personas les va bien.
Darnos cuenta de que si queremos ser nosotros mismos, el único punto de referencia de superación somos nosotros. No necesitamos compararnos con nadie más.
Apreciar el valor de nuestra vida y mostrarnos agradecidos de tenerla.
Alegrarnos de lo que tenemos. No vivir pendientes de lo que no tenemos.
Redescubrir día a día lo que nos rodea: las personas, el paisaje, las pequeñas cosas que nos hacen más fácil la vida.
Y lo más difícil, pero alcanzable: sentirnos felices por la buena suerte de los demás, porque, en definitiva, vengan de la mano de otros o de las nuestras propias, de lo que se trata es de vivir el mayor número de momentos de felicidad y alegría.
JOSÉ LUIS CANO GIL
Psicoterapeuta

Muy interesante la explicación que nos dan sobre la envidia, en verdad que hoy en día muchas personas la sienten o son víctimas de los envidiosos, si conoces a alguien así compártele este mensaje y no dejemos que esto nos haga presa porque nuestra vida sería desastrosa, así que es  mejor ser agradecidos con el Señor que nos ha dado lo que poseemos, si otro tiene mas no es nuestro problema, seguir con gozo y viviendo para Él y dando de lo que recibimos por gracia, que oremos para que nuestro corazón siga siendo la morada del Dios Santo y no de esto que no le agrada y nos daña.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

MAGNOLIA



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MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazon he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11


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