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Igual que este viento, quiero 
figura de mi calor 
ser y, despacio, entrar 
donde descanse tu cuerpo 
del verano; irme acercando 
hasta él sin que me vea; 
llegar,, como un pulso abierto 
latiendo en el aire: ser 
figura del pensamiento 
mío de ti, en su presencia; 
abierta carne del viento, 
estancia de amor en alma. 
Tú -blando marfil de sueño, 
nieve de carne, quietud 
de palma, luna en silencio-, 
sentada, dormida en medio 
de tu cuarto. Y yo ir entrando 
igual que un agua serena, 
inundarte todo el cuerpo 
hasta cubrirte y, entero 
quedarme ya así por dentro, 
como el aire en un farol, 
viéndose temblar, luciendo, 
brillar en medio de mí, 
encendiéndose en mi cuerpo, 
iluminando mi carne 
toda ya carne de viento. 
Emilio Prados   
  
  
  
  
  
  
  
    
  
  
  
  
  
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