Existe un orden natural en el cual puedo confiar. La vida me ha enseñado que aunque el cambio es inevitable, no necesito preocuparme. Al permanecer presente a los cambios en mi vida y en el mundo, me mantengo receptivo al fluir del bien. La flexibilidad es mi fortaleza. Como un sauce en una tormenta de viento, permanezco anclado.

Cuando me preocupo por un ser querido o por mí mismo, tomo un momento para estar en silencio. Al dejar ir los patrones limitantes o preocupaciones acerca del futuro, suelto la oposición y me vuelvo receptivo a la inspiración divina. Me alineo de nuevo para acoger las situaciones de la vida con gracia y facilidad. Gracias a un estado mental centrado, soy flexible y a la vez fuerte en momentos de cambio.

En el mundo acelerado de hoy, puedo recabar muchos datos con solo pulsar un botón. Pero aunque adquiera conocimiento intelectual, puede que sienta que falta algo. Tengo el deseo de comprensión espiritual, el cual sólo puede ser encontrado en lo interno.

Al abrir mi corazón en oración, soy refrescado, renovado y reavivado por la luz que resplandece en mí. Emilie Cady escribió en su obra maestra, Lecciones acerca de la Verdad: “Ya no morarás en las tinieblas, porque la luz estará en tu propio corazón. Esto es comprensión espiritual.”

Hay mucho más de mí de lo que antes creía. Este momento de contemplación me ha ayudado a comprenderlo, y siento gratitud.