Estimada Cecilia:
Detecto que por medio de la práctica cada día vas descubriendo otras partes de
tu ser actual que desconocías...
Por ejemplo esa voz interior habitual que te incita a olvidarte de tu práctica,
a desvalorarla...
Tratemos de percibir la totalidad de lo que conlleva esa práctica. Tú, por ti
misma, decidiste ejecutar esa práctica sugerida. En ese momento, antes de
siquiera comenzar tu primera práctica, quizá creíste que dicha decisión la
hiciste con todo tu ser, que tú eras tú y que si lo decidiste todo saldría como
sobre deslizándose en mantequilla...
Y enfrentaste tus primeras prácticas con plena confianza, con una curiosidad
muy filosa, con alegría y entusiasmo como cuando vas a conocer a tu primer
pretendiente...
Y de repente, cuando después de practicar tu ejercicio por unos días, descubres
con sorpresa que aparecen otras partes tuyas ahí en tu mismo interior que te
oponen una resistencia insidiosa, y entiendes que tu decisión requiere de todo
tu deseo o voluntad de que dispongas para continuar practicando a pesar de sus
protestas...
Te das cuenta que por primera vez en tu vida adulta, empiezas a reconocer tu
cuerpo, que es un organismo vivo por el que circula la sangre, que vibra, que
desprende calor, en fin: que está vivo esperando que tú lo habites, que esa es
la única casa donde deberías estar viviendo, tu hogar interno...
De repente aparecen esos gobernadores, políticos o tiranos que mencionas, a
veces con el disfraz de emoción, o de pensamiento, o de charlas que no se
detienen. Y percibes que hay uno u otro con mayor fuerza, con más fuerza que tu
simple deseo de ejecutar la práctica. Aparecen partes desconocidas de ti que
ignorabas, pero que también pertenecen a una parte real de ti misma.
Bueno, la interrogante justa sería: ¿Deseas conocerte a ti misma tal y como
actualmente eres, o deseas sólo hacer el ejercicio para sentir que eres tú la
gobernadora de esos políticos?
Tu mundo interno es una legión, muchas partes, cada una con su parte de deseo o
voluntad para seguir haciendo lo que siempre le ha satisfecho, lo habitual, lo
comodino, demandándole cambiar a las otras partes pero sin pedirse nada de
cambio alguno para ella..
En resumen: por un lado Cecilia, con un deseo de practicar el ejercicio que
decidió ejecutar, y por el otro, partes también pertenecientes a Cecilia,
algunas muy alegres y entusiastas que les agrada lo que está intentando
Cecilia, y otras muchas que sólo desean no ser molestadas por esas cosas de
Cecilia, que desean seguir manteniendo su poder sobre ella sin permitirte que
cambie nada...
¿Qué hacer, cómo proceder ante esta situación?
Pregunta justa nacida de tu propia práctica.
Mira Cecilia, acostumbro en mi vida profesional a trabajar en equipo, formado
por profesionistas de diversas índoles, viejos y jóvenes, con cultura, hábitos,
niveles de entendimiento y deseos muy diferentes. Y la mejor manera que he
encontrado para poder finalizar con calidad un Proyecto Industrial que me han
encomendado, es la siguiente:
Me mantengo alerta para detectar las protestas u objeciones que se van
despertando en ese grupo de individuos una vez asumida la tarea. Una vez
detectadas esas cosas, reúno por un lado a aquellos que están dispuestos a
ayudarme en el cumplimiento de la tarea, y les presento un panorama de todo lo
que podemos hacer en conjunto y de los logros o satisfactores a alcanzar.
En pocas palabras les digo, con total sinceridad porque son como mis hermanos,
que si colaboramos juntos como un equipo dirigido hacia un mismo fin, los
resultados serán disfrutados por todos (al alegre le digo que su vida será más
alegre, al melancólico le aseguro que todavía aparecerán cosas con mayor
melancolía, y así por el estilo, a cada uno le hablo en su propio lenguaje y le
ofrezco lo que le satisface y desea para que continúe apoyándome)
Pero con los otros del grupo, aquellos que son mayoría, y que ante cada nueva
tarea a emprender: protestan, gritan, patalean, ponen piedritas, muestran enojo
a todo lo que dan, etc. Con esos mi trato para con ellos es muy diferente...
A todos por igual les hablo en su propio lenguaje, le digo que no es justo
estar cambiando a cada rato lo que les es habitual, y que al comprender esa
injusticia para con ellos, sé que no puedo exigirles hacer lo que les molesta,
y como una consideración total hacia ellos, les digo que estén tranquilos, que
nada cambiará para ellos, que se vayan a horas de trabajo a sus casas y ahí
griten y pataleen, y que nos PERMITAN a los otros hacer todo el Trabajo
correspondiente al grupo, y así como nos los molestaremos, también en
reciprocidad nos PERMITAN hacer ese trabajo sin escuchar sus protestas, y que
al final el fruto de ese trabajo, si es que hay un fruto, lo repartiré con
todos ellos; porque siento que es justo pagarles para que no nos molesten a los
que queremos hacer la tarea encomendada...
Muchas palabras para intentar decirte Cecilia, que en vez de tratar de
callarlos, de querer sacarlos de tu mismo interior, de no aceptarlos como
reales en ti, es preferible la labor de convencimiento...
Es como cuando uno se une en matrimonio a una mujer, es preferible que nuestros
padres y suegros no intervengan en nuestra nueva vida, es una labor de convencimiento,
ellos siempre desearán que vivamos nuestra nueva vida matrimonial de acuerdo a
sus exigencias y "sabiduría", pero para no permitirles intervenir,
simplemente los visitas de vez en cuando, les llevas unos regalos agradables,
les das unos besos y apapachos, y una que otra vez les pides consejos pero
antes cierras muy bien tus oídos. . .
Cecilia, mucha suerte con tus suegros . . .
Carlos De la Garza P
Y esa tal Cecilia de esta narración, quizá encontró algo útil entre toda la
paja anterior..., porque según dicen por ahí, ahora hasta intenta Dirigir a un
Grupo de Trabajo Real a lograr una determinada Tarea Común, y sabrá Dios como
hace para conciliar y mantenerlos en la Ruta y Destino que el Trabajo les ha
Señalado... (breviario cultural...)
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