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EL CUARTO CAMINO DE GURDJIEFF-BENNETT
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General: IDENTIFICACION - CHARLA DE CARLOS MATCHELAJOVIC
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De: LUISWAYUU - ASHSHUA  (Mensaje original) Enviado: 10/01/2019 00:30

CHARLA DE CARLOS MATCHELAJOVIC

23.-IDENTIFICACIÓN 5/5/85

Quisiera acercarme al tema de una forma diferente, desde el punto de vista de que perdemos en realidad debido al estado de identificación.
No verlo desde el punto de vista moral, sino en el sentido de cómo podemos impunemente identificarnos constantemente o desde el punto de vista superior, que es increíble y muy doloroso de sentir sobre qué perdemos debido a la identificación. Como estamos es que estamos en estado y vivimos en un mar, en uno océano de identificación literalmente, no solamente el océano de la vida, sino dentro de un océano de identificación y no nos damos cuenta porque nos resulta natural. El trabajo práctico es una buena oportunidad porque me identifico prácticamente en tres grandes campos: uno es el “hacer”, en el “haciendo” algo físicamente o moviéndome. Este “hacer” es justamente el estado de identificación por eso llamamos “hacer” entre comillas. Y no hago nada libremente aunque por supuesto hay excepciones.
También identificación sintiendo, tanto en el sentido de lo que llamo “positivo” entre comillas, riéndome en forma de placer, o negativamente, en todas las emociones negativas, que tienen como condición sine qua non identificación con mi salsa, o en mi pensamiento: identificarme constantemente con mis asociaciones que inevitablemente surgen. En ningún campo estoy prácticamente libre. Hasta en el centro instintivo hay identificaciones, ya sea por la somatización de mis angustias, de mi miedo, de mi consideración interna, de mi stress en el cual vivo. Pero no me doy cuenta hasta que voy al médico y me quejo sobre los riñones o sobre el hígado. En realidad esos son todos factores psicógenos que me llevan a este estado; es decir factores que nacen en la psique y después se somatizan, se corporizan.
¿Qué es en realidad este estado de identificación? Los hindues tienen la palabra Shakta que es el masculino de Shakti, energía pero también libido. Shakta es como un participio que es libidinoso, algo cargado de libido, algo con carga, algo donde pongo libido, no en el sentido sexual, sino en el sentido de Jung como energía psíquica, mental, psíquica en general, así lo toma Jung. Esto significa que pongo carga o libido en casi todas las cosas: en mi manera de pensar, mi manera de sentir, mi manera de moverme, y también en los bloqueos, pongo libido, por Ej.: es decir, que al poner la cabeza así o siento así, pongo libido y está ayudando al bloqueo. La líbido es negativa, no ayuda a lanzarse sino es una lívido invertida. Esta obsesión, esta posesión por la líbido lo llamo identificación. Eso tiene mil grados: mayor intensidad, menor intensidad, y en los centros también, en mayor o en menor intensidad.
¿Cuál es en realidad la situación del hombre identificado? Lo llaman mecánico, pero no es justamente la palabra que caracteriza a esto, sino que la identificación está más cerca de la idea del sueño, el sueño despierto. En el sueño de la noche, en el estado onírico, a veces me puedo dar cuenta que estoy soñando, es como un pez que llegado a la superficie se da cuenta de otra cosa en la superficie del agua. Así tambien en el estado vigílico, el sueño despierto en el día, conciencia relativa la llamamos también en la Enseñanza, puedo también darme cuenta de que estoy soñando. Entonces me estoy acercando ya a un estado más consciente, la identificación es como un hipnotismo muy grande que normalmente me impide emerger de mi salsa hacia otro estado de conciencia.
Aquí podemos hacer una inferencia: que el estado de la conciencia de sí es incompatible con la identificación. En el estado de la conciencia de sí termina la identificación. Pero entre este estado y el de sueño despierto hay como dije mil grados; es como una luz que puede levantarse a través del reostato y disminuirse. Esta para la llamarla así resistencia eléctrica en el campo psicológico son justamente nuestros grados de identificación. Como los hindues en la Baghavad Gita hacen un llamado a que el hombre de estado de Shakta pase al estado de a-shakta, privativo; que es no-identificado. Podemos decir que en nuestra Enseñanza dice lo mismo: como llegar a la no-identificación.
Eso en realidad es el camino del hombre número 1, 2, 3 en direccion hacia el hombre número 4. Todavía no nos damos cuenta suficientemente, que prácticamente renunciamos a nuestro derecho de primogenitura de hombre, es decir que nuestro estado de la primogenitura es el estado de la conciencia de sí. El hombre puede y debe llegar a este estado. Un poeta alemán dice: “solamente lo supremo en el hombre es el Hombre.” Pero mientras que no llego a esto,el hombre 1, 2, 3, es todavía el “hombre” entre comillas, nos guste o no…pero objetivamente, desde el punto de vista de un conocimiento objetivo es así, porque el verdadero Hombre comienza en realidad en el nivel del hombre número 4 que es precisamente de una disciplina de escuela, grupos, comunidad, no importa de un nivel que de 3 va a 4, que es poco a poco que no es de golpe, poco a poco el Hombre número 4 ya es un nuevo campo de gravitación en nosotros, eso exige muchas cosas. En realidad lo llamamos el “hombre que se balancea”, el hombre que trata de equilibrarse. Yo prefiero usar la palabra de Nicoll “el hombre equilibrado” porque suena como algo estático, que el gusta mucho al hombre tibio, al pequeño burgués tibio, que le gusta mucho estar equilibrado, lo que llama en “paz”. Pero no hay paz sino hay la espada, como dijo el Cristo.
¿Qué significa equilibrarse? Equilibrarse es no pertenecer a un solo lado del péndulo. Nuestra vida es analógicamente como lo muestra Nicoll, el moverse de un lado del péndulo al otro. En la vida a eso llamamos dualismo, el Duaita, vivir en el mundo del dos. Estamos en un polo o en el otro y no llegamos a conectarnos con el medio del péndulo, donde todavía hay un momento crucial, un poquito rápido o muy rápido donde existe la posibilidad de ser AHORA, AQUÍ, AHORA. Es el momento de no ir al otro polo o tener la posibilidad de una elección para quedarme entre los opuestos. Ahí podemos concluir: la identificación va siempre a un polo, es unilateral. En ese sentido la identificación es un gran pecado, no en el sentido moral del cristianismo de hoy o de la iglesia de hoy, sino en el sentido objetivo con la ciencia objetiva, el conocimiento objetivo, porque es unilateral, es ir a un solo polo y no ver que hay tres posibilidades: un polo, otro polo, y el medio. Eso nos lleva tambien a que el hombre identificado es ciego a la tercera fuerza –lee sobre la tercera fuerza, oye y habla de la tercera fuerza, pero no la experimenta,no la ve-. El hombre es ciego a la tercera fuerza dice Fragmentos , dice Nicoll y dice tutti-quianti. Ahí también hay un punto muy importante: la identificación me castiga por llamarlo de esta forma: de no llegar a la tercera fuerza. Yo pago un precio por mi identificación, pago un precio por vivir en el olvido, pago un precio de ir a un solo lado del péndulo, pago un precio de no despertar hacia algo más alto que la conciencia relativa o el sueño despierto. Todo este Trabajo está dirigido hacia esta posibilidad.
Toda esta situación libidinosa de nosotros; de poner una carga innecesaria a las cosas, trabajar físicamente con una energía indebida, de cargar nuestras emociones con cosas del pasado, con mi historia personal, de cargar mis pensamientos con todas las asociaciones ya desarrolladas durante una vida. No nos damos cuenta que no tenemos asociaciones libres, asociaciones de un orden más alto, sino que nos identificamos con las asociaciones ya devenidas a través del pasado, lo que llamamos con la filosofía hindú: los Vasanara. Vasanara son en realidad las impresiones formadas por repetición habitual, entonces están tienen energía de hábito, como dice Suzuki en el Ankavatara; que nos hacen salir de un enorme subconsciente colectivo, inmediatamente allí están registradas en rollos o cintas no importa como llamarlos, y salen con una rapidez de una computadora para entrar en nuestra mente que me da la ilusión de que pienso, pero en realidad no pienso, lo que piensa son las asociaciones ya pre-formadas. Eso me mantiene en un estado de hipnosis del sueño y de la identificación.
Todo el mundo conoce mi identificación a rumiar las cosas, especialmente con cosas desagradables, algo que no se puede ya cambiar, y todavía estoy rumiándolo por minutos, horas, o días; morando todavía sobre algo, envenenando mi vida, identificándome tanto hasta que se vuelve negativo, denso.
Como el hombre identificado está ciego a la Tercera Fuerza, y en este estado no puede realmente comprender la práctica de la Ley de Tres, lo mismo es con la Ley de Octavas, el hombre identificado vive literalmente bajo la Ley de Accidente y de unas Octavas que se desarrollan automáticamente, mecánicamente, porque no está en la situación de des-identificarse, con una situación en la cual puede objetivamente, imparcialmente ver una octava. Se lee sobre la Ley de Octavas, se habla sobre la Ley de Octavas, ¿pero es que uno las comprende realmente en su propia vida? Y uno no comprende cuando una octava es descendente o ascendente. Con la identificación veo todo descendente, todo va para abajo o todo va arriba. Los dos son imaginación y lo importante es que nunca puedo estar presente a un choque adicional, en el punto de las impresiones, del tercer alimento eseral, cuando me puedo dar un choque adicional. Eso influye tambien incluyendo en forma secundaria la octava de la respiración, la octava de mi segundo alimento eseral. Como no me puedo dar este choque, el hombre identificado tampoco puede elevar su respiración, la octava de su respiración se corta muy rápido. Esa es la respiración semi-asmática, la respiración incompleta, la respiración impedida por el diafragma alto, la respiración impedida por mi angustia, la respiración impedida por mi descontento, la respiración forzada por mi auto-importancia, que quiero constantemente brillar y ser el primero, one up man ship, etc., esto tiene muchas consecuencias.
Aquí se ve nuevamente: no puedo impunemente identificarme sin pagar el precio, pago el precio con la Ley de Tres. Solamente las tríadas son reales, la vida de identificación no puede ser real, porque no soy. Gurdjieff dice en el tercer tomo De todo y de todas las cosas: “La vida es real solo cuando yo soy”, como yo no soy normalmente, mi vida es por la mayor parte todavía irreal desde el punto de vista de la ciencia objetiva, pero desde la perspectiva del vendedor es excelente, desde el punto de vista de un sinvergüenza político es muy bueno, desde el punto de vista de un diputado o senador, ministro, etc., es muy bueno, desde el punto de vista de la vida cotidiana, si todo el mundo se identifica ¿por qué no yo?, pero desde el punto de vista del conocimiento objetivo pago este alto precio, porque no puedo levantar mi respiración hacia algo más fino para extraer de mi respiración sustancias o hidrógenos más finos; no puedo elevar mi emoción hacia un hidrógeno 24 hasta 12, tampoco levantar mis movimientos a un nivel 24, algo sagrado, porque mis gestos, mis movimientos identificados son muy vulgares. Por ejemplo cuando a veces les corrijo cuando cruzan los brazos, es un hidrógeno muy bajo…
El hombre puede robar hidrógenos más finos, no legítimamente llegar a la vibración del hidrógeno, pero puede bajar hidrógenos finos y trabajar a un nivel inferior con ellos. Lo más conocido es el hidrógeno del sexo, la energía del sexo es hidrógeno 12, entonces si este SI 12, el hidrógeno puede bajar y trabajar con esto en el hidrógeno 96 para dar una intensidad desproporcionada a sus emociones, especialmente negativas, pero también positivas. Estas “emociones positivas”, exageradas, con mucho impetu, con mucho drama. Esto lo lleva a su drama personal, a su importancia y argumentaciones, un hombre que es muy argumentador y argumenta hasta la muerte, hasta que tal vez le pueda poner finalmente un candado, pero argumenta y usa el hidrógeno más fino para dar fuerza a sus argumentos, a sus prevaricaciones. Ahí tenemos un robo de cosas más finas. Este robo lo cometemos en forma inconsciente, porque no nos damos cuenta de esto, porque no tenemos suficiente discriminación entre el nivel ordinario y el nivel más fino, nos falta el órgano para jerarquizar la vibración de nuestras energías. A veces siento algo más fino y lo tomo con mi salsa, mi salsa emocional, mental, instintiva,pero no conozco bien los grados en la discriminación. Eso significa que todos estos hidrógenos finos muchas veces son usados por la identificación en niveles más bajos, otra vez pago el precio, como mí máquina o fábrica humana como dice Gurdjieff fabrica solamente una cantidad limitada, muy limitada de energía fina, nunca o muy raras veces puedo conectarme con una energía más fina, pero desde el punto de vista de la ciencia objetiva, no existe todavía como Hombre sin comillas. Solo este tiene otra posibilidad. Es posible llegar por fuerza y por fanatismo a un nivel más alto, pero siempre robando y sin moverme del nivel en el que estoy. Hay gente que llega a este nivel sin haber pasado por el nivel del hombre número 4 que son seres tal vez como Shri Ramana Maharshi y Krishnamurti que niegan todo método, toda escuela a pesar que crean colegios krishnamurtianos, pero niega todo porque evidentemente no ha pasado por una disciplina, porque la teosofía en la cual él se desarrolló no tiene tal cosa.
Si miramos otra vez en forma retrospectiva, el hombre vive en el océano de la vida con identificación y paga un precio muy alto: que no puede llegar a un estado verdadero del Hombre, conciencia de sí, y libre de identificación a nivel de a-shakta, si no hace esfuerzos adecuados, intencionales, por mucho tiempo. Realmente haciendo esfuerzos y no cayendo en la trampa de que solo la presencia en el grupo me va a transformar. Algunos se acostumbran al grupo, a las escuelas y hasta a comunidades y piensan que al ser arrastrados por la corriente general que pueden llegar a algo superior pero eso es un engaño porque son arrastrados. Todos tienen que sentir en realidad que es posible en su Conciencia Moral que la Guerra Santa contra la identificación es tal vez lo más importante en el Trabajo.



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De: LUISWAYUU - ASHSHUA Enviado: 10/01/2019 00:45
LA RELACIÓN ENTRE LA “IDENTIFICACIÓN” Y LA “CONSIDERACIÓN”. (G.I. Gurdjieff ).

Hemos dicho que la observación de sí conduce a la constatación de que el hombre se olvida sin cesar. Su impotencia para recordarse a sí mismo es uno de los rasgos más característicos de su ser y la verdadera causa de todo su comportamiento. Esta impotencia se manifiesta de mil maneras. No recuerda sus decisiones, no recuerda la palabra que se ha dado a sí mismo, no recuerda lo que ha dicho o sentido hace un mes, una semana, un día o tan sólo una hora. Comienza un trabajo y muy pronto olvida por qué lo había emprendido.
Es en el «trabajo sobre sí» donde este fenómeno se produce con una frecuencia muy especial... Un hombre no puede recordar una promesa dada a otro, sino con la ayuda de asociaciones artificiales, de asociaciones educadas en él, las cuales a su vez se asocian a toda clase de concepciones, también ellas formadas artificialmente, tales como el «honor», la «honradez», el «deber» y así sucesivamente. En realidad se puede decir que por cada cosa que recuerda un hombre, siempre hay otras diez, mucho más importantes, que olvida.
Pero el hombre nunca olvida nada más fácilmente que lo que se refiere a él mismo, por ejemplo: «las fotografías mentales» que ha podido tomar. De esta manera, sus opiniones y sus teorías se encuentran desprovistas de toda estabilidad y de toda precisión. El hombre no recuerda lo que ha pensado o lo que ha dicho; no recuerda cómo ha pensado o cómo ha hablado. Esto, a su vez, está en relación con una de las características fundamentales de la actitud del hombre hacia sí mismo y hacia lo que lo rodea, a saber: su constante «identificación» con todo lo que llama su «atención», sus pensamientos o sus deseos y su imaginación.
La «identificación» es un rasgo tan común, que en la tarea de la observación de sí es difícil separarla del resto. El hombre está siempre en estado de identificación; sólo cambia el objeto de su identificación. El hombre se identifica con un pequeño problema que encuentra en su camino y olvida completamente las grandes metas que se propuso al principio de su trabajo. Se identifica con un pensamiento y olvida todos los demás. Se identifica con una emoción, con un estado de ánimo, y olvida otros sentimientos más profundos.
Al trabajar sobre sí mismas, las personas se identifican hasta tal punto con metas aisladas que pierden de vista el conjunto. Para ellas los dos o tres árboles más cercanos llegan a representar todo el bosque. En nuestro propio trabajo interior la identificación es nuestro más terrible enemigo porque penetra por todas partes. En el mismo momento en que creemos luchar contra ella seguimos siendo víctimas de su engaño. Y si nos es tan difícil liberarnos de la identificación, es porque no identificamos más fácilmente con las cosas que más nos interesan, a las que damos nuestro tiempo, nuestro trabajo y nuestra atención.
Para liberarse de la identificación el hombre debe entonces estar constantemente en guardia y ser despiadado consigo mismo. Es decir, que no debe tener miedo de desenmascarar todas sus formas sutiles y escondidas.
Es indispensable ver y estudiar la identificación a fin de descubrirla en nosotros mismos hasta sus raíces más profundas. Pero la dificultad de la lucha contra la identificación se acrecienta aún más por el hecho de que cuando la gente la nota, la mira como una cualidad excelente y le concede los nombres de «entusiasmo», «celo», «pasión», «espontaneidad», «inspiración», etc. Y es en este punto donde consideran que realmente no pueden hacer un buen trabajo en cualquier terreno sino en «estado de identificación». En realidad esto es una ilusión. En tal estado el hombre no puede hacer nada sensato. Y si la gente pudiera ver lo que significa el «estado de identificación», cambiaría de opinión.
El hombre identificado no es más que una cosa, un trozo de carne; pierde hasta la poca semejanza que tenía con un ser humano. En el Oriente, donde se fuma el hashish y otras drogas, a menudo sucede que un hombre se identifica con su pipa hasta el punto de considerarse a sí mismo como una pipa... Esto no es un chiste, sino un hecho. Se toma efectivamente como una pipa. Esto es la identificación.
Pero para llegar a esto no son necesarios en lo más mínimo el hashish o el opio. Miren a la gente en las tiendas, los teatros o restaurantes. Vean cómo se identifican con las palabras cuando discuten o tratan de probar algo, sobre todo algo que no conocen. No son más que deseo, avidez, o palabras; de ellos mismos no queda nada.
La identificación es el principal obstáculo para el recuerdo de sí. Un hombre que se identifica es incapaz de recordarse a sí mismo. Para poder recordarse a sí mismo, primero es necesario no identificarse. Pero para aprender a no identificarse, ante todo el hombre debe no identificarse consigo mismo, no llamarse a sí mismo «Yo», siempre y en todas las ocasiones. Debe recordar que hay dos en él, que hay él mismo, es decir Yo en él, y el otro con el cual debe luchar y al que debe vencer si quiere alcanzar cualquier cosa. Mientras un hombre se identifique o sea susceptible de identificarse, es esclavo de todo lo que puede sucederle. La «libertad» significa ante todo liberarse de la identificación.
Después de haber estudiado la identificación en general, hay que prestar atención a uno de sus aspectos particulares: la identificación con las personas que toma la forma de la «consideración». Hay varias clases de consideración, pero para su comprensión, podemos hablar de dos grandes grupos según su manifestación en nosotros mismos: la innecesaria “consideración interior” y la indispensable “consideración exterior”.
En la mayoría de los casos un hombre se identifica con lo que piensan los demás de él, con la forma en que lo tratan, con la actitud que tienen hacia él. Un hombre piensa siempre que los demás no lo aprecian lo suficiente, que no son suficientemente corteses o atentos. Todo esto lo atormenta, lo preocupa, lo vuelve receloso y hace que desperdicie una cantidad enorme de energía en conjeturas o en suposiciones; de esta manera desarrolla en él una actitud desconfiada y hostil respecto a los demás. Cómo lo han mirado, lo que se piensa de él, lo que se dice de él, todo esto toma una importancia enorme a sus ojos. Y no solo «considera» a las personas sino también a la sociedad y a las condiciones históricas. Todo lo que a tal hombre le desagrada le parece injusto, ilegítimo, falso e ilógico. Siempre el punto de partida de su juicio es que las cosas pueden y deben ser cambiadas.
La «injusticia» es una de las palabras que sirven a menudo de máscara para la «consideración». Cuando un hombre se convence de que lo que lo subleva es una «injusticia», el dejar de considerar equivaldría para él a «reconciliarse con la injusticia». Hay personas capaces no sólo de «considerar» la injusticia, o el poco caso que se les hace, sino asi también de «considerar» aun el estado del tiempo. Esto parece ridículo, pero es un hecho: la gente es capaz de considerar el clima, el calor, el frío, la nieve, la lluvia; pueden enojarse e indignarse contra el mal tiempo.
El hombre toma todo de una manera personal, como si todo en el mundo hubiese sido dispuesto especialmente para complacerlo o por el contrario para causarle desagrado y fastidio. Todo esto no es sino una forma de «identificación» y se podrían citar muchas otras formas. Este tipo de consideración se basa enteramente en las «exigencias». El hombre en su fuero interno «exige» que todo el mundo lo tome por alguien notable, a quien cada cual debería constantemente mostrar respeto, estima y admiración por su inteligencia, su belleza, su habilidad, su sentido del humor, su presencia de ánimo, su originalidad y todas sus otras cualidades.
Estas «exigencias» se basan a su vez en la noción completamente fantástica que la gente tiene de sí misma, lo que sucede muy a menudo aun con personas de apariencia muy modesta. En cuanto a los escritores, actores, músicos, artistas y políticos, son casi sin excepción unos enfermos. ¿Y de qué sufren? Ante todo de una extraordinaria opinión de sí mismos, luego de exigencias y finalmente de «consideración», es decir de una predisposición para ofenderse por la menor falta de comprensión o de apreciación.
Y hay todavía otra forma de «consideración» que puede quitarle al hombre una gran parte de su energía. Tiene como punto de partida la actitud que consiste en creer que no considera lo suficiente a otra persona y que ésta se ofenda por esto. Comienza a decirse que quizá él no piensa lo suficiente en esta otra persona, que no le presta suficiente atención y que no le da un lugar suficientemente grande.
Todo esto no es sino “debilidad”. Los hombres se tienen miedo unos a otros. Y esto puede llegar muy lejos. He visto estos casos muy a menudo. Un hombre puede llegar de esta manera a perder el equilibrio, si alguna vez lo tuvo, y conducirse de manera completamente insensata. Se molesta contra sí mismo, y siente cuan estúpido es, pero no se puede detener, porque en este caso, de lo que se trata es precisamente de «no considerar».
Otro ejemplo, quizá peor aún, es el del hombre que considera que según él «debería» hacer algo, mientras en realidad no tiene absolutamente nada que hacer. «Deber» y «no deber» es un problema difícil: es difícil comprender cuándo un hombre realmente «debe» y cuándo «no debe». Esta cuestión no se puede abordar sino desde el punto de vista de la «meta». Cuando un hombre tiene una meta, debe hacer exclusivamente lo que le permita acercarse, y nada que pueda alejarlo de ella.
Las personas se imaginan a menudo que si comienzan a combatir la «consideración» en sí mismas, perderían su sinceridad y tienen miedo porque piensan que en este caso perderán algo, una parte de sí mismas. Aquí se produce el mismo fenómeno que en las tentativas de lucha contra la expresión de las emociones desagradables. La única diferencia es que en este último caso el hombre lucha contra la expresión «exterior» de sus emociones y en el otro, contra la manifestación «interior» de emociones que quizás sean las mismas. Por supuesto este miedo de perder su sinceridad es un engaño, una de esas fórmulas engañosas en que descansa la debilidad humana. El hombre no puede impedir el identificarse ni el «considerar interiormente», no puede impedir el expresar sus emociones desagradables, por la sola razón de que es débil. La identificación, la consideración, la expresión de emociones desagradables son manifestaciones de su debilidad, de su impotencia, de su incapacidad de dominarse. Pero como no quiere confesarse esta debilidad, la llama «sinceridad» u «honradez», y se dice a sí mismo que no desea luchar contra su sinceridad, cuando de hecho es incapaz de luchar contra sus debilidades.
La sinceridad, la honradez, son en realidad algo totalmente diferente. Lo que por lo general se llama «sinceridad» es simplemente un rehusar a refrenarse. En lo más profundo de sí mismo todo hombre lo sabe bien. De manera que cada vez que pretende no perder su sinceridad, se miente a sí mismo.
Lo contrario de la “consideración interior” —la “consideración exterior”— constituye en parte un medio de lucha contra ella. La consideración exterior se basa en una especie de relación con la gente que es totalmente diferente de la consideración interior. Es una adaptación a la gente, a su comprensión y a sus exigencias. Al considerar exteriormente, un hombre realiza todo lo necesario para hacerse la vida más fácil a sí mismo y a los demás. La consideración exterior necesita un conocimiento de los hombres, una comprensión de sus gustos, de sus hábitos y de sus prejuicios. Al mismo tiempo, la consideración exterior requiere un gran poder sobre sí mismo, un gran dominio de sí. Sucede muy a menudo que un hombre desea sinceramente expresar o mostrar a alguien de una u otra manera lo que realmente piensa de él o lo que siente respecto a él. Si es débil, cede naturalmente a su deseo, tras lo cual se justifica diciendo que no quería mentir, que no quería fingir, que quería… ser sincero. Luego, se convence a sí mismo de que la culpa era del otro. Quería realmente considerarlo y aún estaba dispuesto a ceder, no quería disputas, etc... Pero el otro rehusó considerarlo, así que no había nada que hacer con él. Sucede a menudo que un hombre comienza con una bendición y termina con una injuria. Decide no considerar a los demás y después los censura por no considerarlo a él. Este ejemplo muestra cómo la “consideración exterior” degenera en consideración interior.
Pero si un hombre se recuerda realmente a sí mismo, comprende que el otro es tan máquina como él. Entonces se pondrá en el lugar del otro. Al hacerlo, llegará a ser realmente capaz de comprender lo que el otro piensa y siente. Si se puede comportar así, su trabajo se vuelve mucho más fácil para él. Pero si se acerca a un hombre con sus propias exigencias, no obtendrá sino una nueva consideración interior. Es muy importante en el trabajo una justa consideración exterior. A menudo sucede que hombres que comprenden muy bien la necesidad de la consideración exterior en la vida, no comprenden esta necesidad en el trabajo; deciden que justamente porque trabajan sobre sí mismos, tienen el derecho de “no considerar” en este sentido. Mientras que en realidad, en el trabajo, es decir para que éste sea eficaz, es necesario diez veces más consideración exterior que en la vida corriente, porque solamente la consideración exterior del alumno puede mostrar su valoración y su comprensión del trabajo; en efecto, los resultados del trabajo son siempre proporcionales a la valoración y a la comprensión que se tiene de él.
Recuerden que el trabajo no puede comenzar y proseguir en un nivel más bajo que el del «hombre de la calle», es decir, en un nivel inferior al de la vida ordinaria. Es un principio de los más importantes, que es olvidado muy fácilmente.


 
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