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General: EL CENTRO EMOCIONAL SUPERIOR ES EL CAMINO HACIA LO DIVINO
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: LUISWAYUU - ASHSHUA  (Mensaje original) Enviado: 05/03/2019 01:32

Estimado Oscar:

El centro emocional superior es el camino hacia lo Divino.
De manera práctica, este centro superior despertará cuando una energía que viene desde Arriba penetre y baje por atrás de tu cuerpo y girando al final de la columna suba para ir a espiritualizar la región emocional en tu pecho.

Está es la única posibilidad para llegar a ser un Hombre, porque el verdadero Hombre es creado desde Arriba. Cuando el centro emocional superior despierta la consciencia humana deviene un Alma, una Individualidad, un Yo Soy. Desde abajo, por medio de los esfuerzos voluntarios y sacrificios intencionales, decididos por uno mismo, se crean las condiciones necesarias para recibir lo de Arriba, al Señor. Estos trabajos prácticos sobre uno mismo crean las condiciones de: quietud, abertura y consentimiento, y ahí se presenta el verdadero Deseo por lo Superior; sin ese deseo difícilmente el contacto desde Arriba se realice.

Detecto cierta contradicción cuando dices: “¿cómo puedo entonces retirarme para no interferir con ese proceso?”. Tú puedes hacer mucho para crear las condiciones necesarias, hasta ahí llega tu trabajo a partir de tu propia voluntad, entrarás en la nadidad, en el no-hacer, no intentarás ir más allá ni intentarás retirarte para no interferir, ni nada por el estilo; simplemente quedas abierto para que una fuerza superior que viene desde Arriba te contacte espontáneamente, un Deseo profundo que consiente que una Voluntad más grande que la suya haga el Trabajo.

Tu montaña de cada día es recordar y aplicar lo que te indica el Trabajo: observarte, recordarte y estar presente. Verás que cada vez que lo intentes en la vida diaria, fracasarás, quedarás corto, no lograrás ascender hasta la cima; pero mientras continúes tratando y tratando, cada intento dejará una gota de la sustancia necesaria para lograr lo imposible. El Trabajo es imposible, por eso mismo vale la pena intentarlo una y otra vez. Pero si persistes con entrega total y sin expectativa alguna, un día el Trabajo nacerá en ti y lo imposible comenzará a ser posible.

Existe cierta confusión en cuanto a las leyes que mencionas. La ley del Tres crea todos los fenómenos. La ley del Cuatro es el movimiento verdadero hacia una meta. Y la ley del Siete es una interrelación de tres procesos que se refuerzan mutuamente. La ley del Cuatro nos ayuda a alcanzar una meta. Uno, existe un estado actual de nuestro ser. Dos, existe la imagen de lo que deseamos llegar a ser, un ideal u Hombre con un Yo real. Y tres, existen dos medios para alcanzarlo: esfuerzos conscientes y sufrimientos intencionales. Los esfuerzos se realizan por intermedio de una lucha interna entre dos partes o centros nuestros. Los sufrimientos intencionales es poner fuera de ti algo valioso con lo que cuentas, tus propios deseos que buscan satisfactores en el mundo externo, la disminución de tu propio ego, tu yo caído o el usurpador del lugar del verdadero Yo.

La emoción real es una unión del sentimiento y de la razón.

Y como lo mencionas, tú si puedes ya detectar que ciertas personas están trabajando prácticamente y que vale la pena compartir experiencias con ellos.
Un día tú me preguntaste: “¿Cómo se dio usted cuenta que yo valía la pena por lo que escribí en otra Comunidad?”
Ahora tú lo estás logrando, presiento que detectas que Simón está refiriéndose a experiencias reales, y que por lo tanto, debe estar trabajando prácticamente en algún Grupo genuino de Trabajo. Y que el relato de Homero es sincero, aunque lo que escribí yo con referencia a su vivencia, para posibilitar que Eduard lo captara desde un punto de vista más extenso, quizás le haya servido mucho más al mismo Homero.

¡Confía en el Trabajo! ¡El Trabajo te dará cincuenta veces más de lo que puedas lograr por ti mismo! ¡Confía en Dios!

Un fuerte abrazo de parte mía para ti, hermano, y hazlo extensivo a cada uno de los miembros de tu Grupo en Chile...

En nuestro estado ordinario tenemos vida en los dos mundos, pero no hay una conexión entre ellos, y por esta razón el segundo mundo se vuelve para nosotros el material de los sueños. Cuando se establece una conexión, convierte el ver en ver, el pensar en pensar. Hemos de asegurarnos de que al hablar de estas cosas no lo convirtamos todo de nuevo en un sueño. Hemos de descubrir aquello que es inconfundible. Para mí, una de las marcas más útiles de este cambio aparece en nuestro estado físico. Nos sentimos físicamente diferentes. Nos percatamos mejor de nuestros cuerpos y, al mismo tiempo, nos sentimos más libres respecto a ellos. Casi por sí misma, en ese momento, nos sobreviene la relajación.

Una de las prácticas más importantes que tenemos es: la de la sensación. Si somos capaces de entenderla de domeñarla, nos llevará al umbral del mundo interno, no como un sueño, sino substancialmente. A un lado de la sensación se encuentra el mundo externo y las consecuencias de una vida interna. Al otro, la experiencia misma, la vida interna. La sensación es realmente la interfaz entre dos mundos.
Lo que hay en el primer mundo es muerto, inanimado, inerte. El estado de inercia mental es el estado que llamamos: “sueño”. Necesitamos buscar y atesorar realmente los momentos de despertar, pues poco a poco crean en nosotros la convicción de que es posible otro modo de vida.

Pero si el mundo del cuerpo no puede satisfacernos, ¿puede hacerlo el mundo de los espíritus? Aunque ese mundo espiritual tiene quizá sólo la mitad de restricciones que el mundo corporal, no deja de ser un mundo condicionado. No existe la misma clase de tiempo, y no hay ahí nada que sea realmente permanente. Sigue estando separado de la Fuente. Eso es lo terrible del mundo de los espíritus: no es un entorno donde exista el apoyo externo en la forma de un cuerpo, ni un mundo de luz en el que haya fortaleza y apoyo desde Arriba. Para que haya permanencia hemos de entrar en el tercer mundo. Este tercer mundo es al que la Voluntad de Dios puede llegar directamente sin tener que pasar a través de intermediarios.

Lo que hemos llamado el segundo cuerpo, o cuerpo Kesdjan, no nos proporciona un hogar permanente. Es más bien como una “barca” que puede transportarnos sobre el océano. Tarde o temprano tenemos que deshacernos de ella. Es algo muy importante adquirir un segundo cuerpo; pero también es supremamente importante ser capaces de “arrojarlo” una vez que ha hecho su trabajo.

Todo paso de un mundo a otro es una muerte y una resurrección, un aniquilamiento y un devenir. Algo se va o se pierde, y algo de un orden diferente puede entrar. Liberarse del primer mundo es desilusionarse con este mundo de leyes y cuerpos. La liberación del segundo mundo es realmente desilusionarse con uno mismo y con lo que podemos hacer.

Sólo es posible pasar al tercer mundo cuando estemos completamente desilusionados con nuestra propia capacidad para conseguir algo por nosotros mismos; cuando uno ve que cualquier cosa que haga resulta frustrante, y que incluso tiene que producir su opuesta. Es la desilusión de la acción o hacer. Es el final de la creencia de que uno puede conseguir algo por sí mismo.

Podemos llegar a saborear esto si realmente trabajamos en preguntarnos a nosotros mismos en medio de la vida: “Hay pensamientos, pero ¿quién está pensando estos pensamientos? Hay acciones, pero ¿quién está haciendo estas acciones? Realmente es posible vislumbrar y ver por un momento que no hay nadie pensando y actuando. Una vez establecido esto, es la segunda desilusión. Podemos estar muy desilusionados con el mundo de los cuerpos, pero seguir creyendo en nosotros mismos, y en lo que podemos conseguir para nuestra propia satisfacción. Si llegamos a esa muerte, comprenderemos que el cambio real no se basa en nuestro poder, que carecemos de poder, que todo está conectado en el mundo de los espíritus por leyes que no podemos gobernar. Esto es el principio, y sólo el principio de la realización de que la vida en el mundo de los espíritus es algo transitorio, y que no puede ser de otro modo.
Esta muerte no es un rechazo de uno mismo, sino una aceptación de nuestra propia naturaleza. Pensar que uno puede rechazarse a sí mismo es una ilusión. Hay otro tipo de cosas falsas que pueden suceder aquí, diversos tipos de desesperación, rebelión y rechazo, que nos mantienen en la ilusión de que somos algo. El rechazo de uno mismo es una trampa, no una liberación. Podemos desesperarnos por no ser capaces de hacer lo que queremos hacer, o porque hemos actuado de un modo que sentimos que nos disgusta o desazona; pero todo esto surge porque todavía creemos que somos algo y que podíamos haber actuado de otra manera.

Esta segunda muerte es una liberación real, y algo cambia en nosotros. La primera muerte puede no cambiarnos, dejándonos sin base para otro tipo de vida. Con la segunda muerte, una nueva luz llega. Ya no nos sentimos separados de otra gente, y realmente nos damos cuenta de que “estamos todos en la misma barca”. Pero para que realmente algo cambie en nosotros de este modo, debe de haber algo, el cuerpo Kesdjan, en donde pueda establecerse dicho cambio.

Que el cambio real no se basa en nuestro poder, que carecemos de poder, que todo está conectado en el mundo de los espíritus por leyes que no podemos gobernar. Esto es el principio, y sólo el principio de la realización de que la vida en el mundo de los espíritus es algo transitorio, y que no puede ser de otro modo.

CARLOS



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: LUISWAYUU - ASHSHUA Enviado: 05/03/2019 14:14
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