CON GURDJIEFF EN FONTAINEBLEAU-DEL LIBRO TESTIGO-BENNETT
 Fui a Fontainebleau solo, ya que la Sra Beaumont no podía venir, ella 
sentía la obligación de ir a Dax, cerca de Biarritz, a ver a su madre, 
que estaba haciendo un tratamiento. Como le escribía a ella todos los 
días, y como guardaba las cartas, estoy en condiciones de reconstruir mi
 estadía en la Prieure más exactamente que muchas otras partes de mi 
vida. Muchas cosas me ocurrieron allí que, si hubiese recurrido solo a 
mi memoria, no podría creer que estuve allí solamente treinta y tres 
días.
 Llegué cansado y temeroso. Se contaban muchas historias en los
 grupos de Londres a cerca de las privaciones de la vida en la Prieure. 
Orage el periodista y crítico, el intelectual por excelencia, quien 
nunca había usado sus manos para trabajar, había desarrollado poderosos 
músculos  y una piel gruesa como la de los campesinos o pescadores. 
Maurice Nicoll, el psicoanalista que ejercía en Harley Street, abandono a
 sus seguidores y se volvió un trabajador y su esposa una ama de casa. 
Ricos y encumbrados hombres del grupo de Ouspensky fueron allí y se 
asombraban de encontrarse a si mismos disfrutando de su trabajo como 
fregonas. Yo me veía a mi mismo poco capacitado para esa vida, pero me 
sentía en la absoluta necesidad de quebrar la prisión espiritual en la 
que había caído.
  La Prieure había cambiado mucho desde mi anterior 
visita ocho meses atrás. Se había terminado la Casa de Estudios y 
comenzado a construir un baño Ruso. La casa de Estudio había adquirido 
una atmósfera que me recordaba un Tekke de los Mevlevis en las afueras 
de la puerta de Adrianopolis en Estambul. Esto fue solo la primera 
impresión: muy pronto uno comenzaba a sentir que era Gurdjieff y nada 
más que Gurdjieff. Habia un espacio de alrededor de cien pies de largo y
 cuarenta de ancho, con un profundo escenario en un extremo y una 
galería baja de unos diez o doce pies rodeándolo,  donde los alumnos se 
sentaban en almohadones sobre el terreno.. Frente al escenario había dos
 habitaciones pequeñas parcialmente escondidas por cortinas, donde la 
esposa de Gurdjieff, Madame Ostrowska, acostumbraba sentarse y ver los 
“ejercicios”. En las esquinas había fuentes y las ventanas estaban 
pintadas a mano imitando vitrales. Por todo esto,  el edificio daba una 
impresión de escenario decorado mas que de estructura permanente. Y aun 
así sus características eran tan fuertes y distintivas que no se podía 
evitar su influencia.
 Yo llegué el sábado a la noche, cuando los 
ejercicios se realizaban con las mismas túnicas blancas que había visto 
en Constantinopla y a los visitantes de Paris se les permitía observar 
la muestra. Los ejercicios consistían de los mismos movimientos rítmicos
 y danzas rituales que había visto antes. Hubo incluso varias 
presentaciones de comunicación telepática que mucho me habían 
impresionado en su momento: más tarde me mostraron los trucos por los 
cuales obtenían esos resultados.
 Había allí veinticinco o treinta 
Rusos, y otro tanto de visitantes Ingleses. En ese momento no había 
visitantes Franceses o Americanos, entre los Rusos y los Ingleses había 
muy poco contacto-principalmente debido a las dificultades del lenguaje.
 Yo fui afortunado a este respecto, Madame de Hartmann me recibió en una
 elegante sala de estar  en la planta baja del Chateau, y me dijo que 
Georgy Ivanitch_ el nombre por el cual Gurdjieff era conocido entre los 
Rusos_me vería esa misma mañana. Hablando Turco , no teníamos necesidad 
de un intérprete. Él me preguntó por el Príncipe Sabaheddin, y casi de 
inmediato habló de _ la distinción entre Siendo y Conociendo_ que 
habíamos dejado en nuestra primera charla en Kuru Cheshme, cerca de dos 
años atrás. Yo había tomado notas de todas las charlas que tuve con él y
 podía reproducirlas por completo después  de todos esos años.
 Él 
dijo;” Usted ya tiene mucho conocimiento. Se mantendrá como teorías a 
menos que usted aprenda a comprender no con la mente sino con el corazón
 y el cuerpo. Ahora su mente está despierta: su corazón y su cuerpo 
están dormidos. Si usted continua así pronto su mente también se irá a 
dormir, y usted no será capaz de pensar nuevos pensamientos. Usted no 
puede despertar sus sentimientos, pero puede despertar su cuerpo. Si 
usted puede mandar sobre su cuerpo, usted podrá adquirir  el Ser.
 
“Para esto, debe mirar a su cuerpo como a un sirviente. Debe obedecerle.
 Es ignorante y haragán. Le debe enseñar cómo trabajar. Si se niega a 
trabajar no debe tener misericordia con él. Recuérdese a sí mismo como 
dos_usted y su cuerpo_ Cuando usted sea el dueño de su cuerpo, sus 
sentimientos le obedecerán. En este momento nada le obedece_ni su 
cuerpo, ni sus sentimientos ni sus pensamientos. No puede comenzar por 
sus pensamientos, porque aún no se ha separado de sus pensamientos.
 
Este Instituto existe para ayudar a la gente a trabajar sobre ellos 
mismos. Usted puede trabajar mucho o muy poco según desee. La gente 
viene por varias razones, y obtienen lo que vinieron a buscar. Si fue 
solo curiosidad, entonces nosotros arreglamos las cosas para 
sorprenderlos. Si vienen para obtener conocimiento, tenemos varios 
experimentos científicos que los pueden instruir. Pero si vienen para 
desarrollar su Ser, entonces deben hacer el trabajo por si mismos. Nadie
 puede hacer el trabajo por ellos, pero también es verdad que no pueden 
crear las condiciones para ellos mismos. Por lo tanto nosotros creamos 
las condiciones”. 
 Yo dije que estaba cansado de ser como era, que 
quería cambiar. Él me contestó: “Usted debe empezar por el principio. 
Usted comience como ayudante de cocina, después trabajará en el jardín, y
 así hasta qu aprenda a gobernar su cuerpo.” Me preguntó por cuanto 
tiempo me quedaría,y le dije que no lo sabía, dado que dependía del 
Tratado de Paz con Turquia. No se mostró interesado en eso, y dijo “ no 
importa. Usted empiece ahora y después veremos”
 Me presentaron a un 
Ruso de mediana edad, Dr.Stjernvall. Él me miró un poco como lo hacia 
Gurdjieff, excepto que tenia un magnifica barba larga, pero una cabeza 
menos impresionante. Me mostró mi habitación; una pequeña celda que 
habría sido de los sirvientes del Chateau. La habitación tenía escasos 
muebles y no estaba del todo limpia. El primer dia me dejaron solo, y 
recorriendo las estancias. Habia un jardín formal con estanques de 
lirios detrás del Chateau. Mas lejos había una estrecha avenida de tilos
 con un sendero marcado en el centro e hileras de asientos enfrentando a
 cada lado del césped. Al final de la línea de tilos había una amplia 
piscina circular.A la derecha estaba la Casa de Estudios, a la izquierda
 la cantera de piedra destinada al baño ruso. Había pequeños corrales 
con vacas, ovejas, cabras, gran cantidad de gallinas y no había cerdos. 
Detrás de los corrales en dirección al Sena, los campos se introducen en
 el bosque de Fontainebleau, con gran cantidad de hayas, abetos y 
robles. Un camino conducía a través del bosque a un enorme aserradero 
donde se habían cortado vigas de madera.
 El tercer día me volví 
ayudante de cocina. Supuse que Gurdjieff había sacado algunas de sus 
ideas de los  Tekkes de los derviches Mevlevis, cada futuro miembro de 
Dedeghian pasaba a través de veintiun estadios en cada uno de las cuales
 servía a la comunidad. La primer tarea que se le daba a un neófito era 
el de ayudante de cocina.
 Yo no sabia nada de cocinas, y ciertamente
 ninguna clase de Trabajo doméstico.  Mi primer tarea fue lavar los 
pisos de piedra de la cocina y fregar. Estaban muy sucios y les eche 
agua caliente, muy contento de que la suciedad estaba saliendo tan 
fácilmente. De pronto me di cuenta de que no sabía como remover el agua 
que se mantenía en el piso. En ese momento, la Sra Ouspensky, una figura
 majestuosa enteramente vestida de negro, con cabello castaño oscuro y 
ojos brillantes apareció parándose en la puerta, un escalón alto por 
encima del piso. No la había visto desde que nos conocimos en la Isla de
 Prinkipo mas de dos años atrás. Se rió como una jovencita, tomó trapos 
de piso de la cocina poniéndose de rodillas secó el agua y escurrió los 
trapos en un balde.
 Me sentí pequeño e incompetente por haber 
ignorado un procedimiento tan simple, e inmediatamente hice lo mismo. 
Cada día había una docena de lecciones tan simples como esta, donde  mi 
ignorancia práctica y mi arrogancia mental eran dolorosamente noqueadas 
.Mis deberes como  ayudante de cocina incluían poner la comida del 
desayuno antes de las 8 a.m. cuando la gente volvía del trabajo de las 
primeras horas de la mañana. En los primeros tres días aprendí algo a 
cerca de la naturaleza humana que yo no había sospechado. La comida era 
escasa y todos estaban hambrientos La cantidad de pan, manteca, jamón y 
avena con leche, que tenía permitido poner era suficiente como para 
satisfacer alrededor de dos tercios de la gente. Había incluso una 
bebida desagradable llamada “café”, preparada, creo, con granos tostados
 de acuerdo a alguna receta indicada por el mismo Gurdjieff.
 La 
gente volvía del trabajo de la mañana, y tomaba más de una porción. 
Parado detrás de las mesas para recoger y lavar platos y cubiertos, 
podía ver y escuchar. No podía ceer el egoísmo, indiferencia y 
malevolencia, usualmente profundamente escondida en las personas, podía 
mostrarse al desnudo, en el simple proceso de tomar el desayuno. Comencé
 a ver lo que quiso decir Gurdjieff sobre que todo en el Instituto daba 
las condiciones para trabajar sobre uno mismo.
 Un dia, me sacaron 
del fregadero, para pasar horas moliendo canela en un mortero. Me 
dijeron que en ese momento,  Gurdjieff estaba comiendo solo crema ácida 
espolvoreada con canela. No pasó un dia sin que ocurrieran una variedad 
de sucesos inesperados y a menudo inexplicables.
 Después de unos 
pocos días, fui transferido al aserradero. Trabajé allí a las órdenes de
  Alexander de Salzmann. Una enorme sierra para trabajar de a dos, de 
alrededor de doce pies de largo, era manejada por un hombre en un estado
 precario de un lado, con otro metido en un profundo hoyo. Los troncos 
de árboles de dieciocho pulgadas de diámetro eran cortadas en planchas 
de tres pulgadas de grosor. Era un trabajo extenuante en el calor. Si 
uno estaba arriba tenía todo el peso de la sierra para sostener. Si uno 
estaba en el pozo del otro lado, el polvo de la madera caía y se adhería
 en nuestra cara sudorosa. De Salzmann marcaba el ritmo. Él era tan 
habilidoso para mover los grandes troncos con las ganchos de leñador, 
que le pregunté a uno de los Rusos donde lo había aprendido .Él me 
contestó con gravedad: “ël vivió toda su vida en los bosques del 
Cáucaso, y fue inspector forestal antes de la guerra”. A decir verdad, 
había sido un famoso escenógrafo en Moscu, y más tarde se asoció a 
Jaques-Dalcroze, y nunca había manejado una sierra hasta que Gurdjieff 
le enseño como manejarla un mes antes de mi llegada. El aprender 
completamente nuevas habilidades en un corto lazo de tiempo era parte 
del entrenamiento en el Instituto de Gurdjieff.
 Desde el aserradero 
fui a las canteras, donde la inmisericordiosa piedra caliza dura de los 
bosques de Fontainebleu era requerida para construir el baño Ruso. Un 
corpulento joven Ruso llamado Tchekhov  Tchekovitch estaba encargado del
 trabajo. En el segundo día de este trabajo, se partió una gran piedra 
caliza. Tchekovitch  dijo que era justo lo que Gurdjieff necesitaba para
 usar en el dintel del baño Ruso. Era demasiado pesado para que lo 
pudiéramos mover, y tratamos de cortarlo con cincel y palancas. Después 
de dos horas en las que no pudimos hacer ni una muesca en la piedra, 
Gurdjieff apareció con sus ropas de ciudad. Después supe que recién 
había llegado de Paris, Y había estado levantado toda la noche. No dijo 
ni una palabra, pero se paró en el borde del hoyo y nos miró. Nosotros 
continuamos cortando la roca.Abruptamente, se sacó el saco y saltando al
 hoyo tomó el martillo y cincel de uno de los trabajadores rusos. Miró 
de cerca la roca, colocó el cincel cuidadosamente y lo golpeó tres o 
cuatro veces. Dio media vuelta alrededor, y después de un cuidadoso 
examen lo golpeó otra vez. Estoy seguro de que no golpeó la roca más que
 una docena de veces, cuando un enorme trozo de unas cien libras de peso
 se separó y cayó. El repitió la operación tres o cuatro veces y así 
quedó una parte de la mitad de tamaño del original. El dijo; 
“Levántenlo” Pusimos toda nuestra fuerza, levantamos la roca y la 
llevamos hasta el baño.
 Esa fue una muestra de destreza que mantengo
 en mi memoria tan vívidamente como cuando lo ví. Pero esta es solo la 
mitad de la historia. Más de veinticinco años después yo estaba sentado 
al lado de Gurdjieff en una comida en su departamento de Paris, y 
Tchekhovitch, ahora canoso y casi calvo estaba parado enfrente nuestro. 
Gurdjieff estaba hablando de Ju-jitsu, diciendo que había aprendido más 
de este avanzado arte en Asia Central que de los Japoneses. Se llamaba 
Fiz-Lez-Lou, lo quería introducir en Europa y estaba buscando a quien 
entrenar. Como Tchekhovitch había sido en su juventud campeón de lucha, 
hubiera sido el candidato natural. Entonces le dijo a Tchekhovitch, “Se 
acuerda en el Prieure cuando hacíamos el baño Ruso, que trató de partir 
la roca para el dintel de la puerta y no podía? Me dí cuenta en ese 
momento que usted no sabía como mirar. Yo vi justo donde la roca se 
podía quebrar, pero usted no pudo verlo aun cuando se lo mostré. 
Entonces allí abandoné la idea de introducir el Fiz-lez-Lou en Europa.”
 Tchekhovitch,  quien adoraba a Gurdjieff como si fuese una 
reencarnación divina, se paró y dijo: “Si, Georgy  Ivanitch; lo 
recuerdo.” Entonces, las  lágrimas corrieron por su mejilla. Yo me 
estremecí con empatía. Este incidente, que necesitó veintiséis años para
 completar su ciclo, no fue solo característico de la ineptitud humana, 
sino terriblemente aplicable a mi propia condición.
 El trabajo del 
día, comenzaba a las seis de la mañana y continuaba hasta las seis de la
 noche, y se cortaba para el desayuno y la comida del mediodía. La 
comida era magra y sosa excepto el sábado  que había un rico festín y 
estaba abierto a los visitantes.
 Nadie que haya trabajado en el 
Prieure en 1923 jamás olvidará la expectativa e intriga con la que cada 
uno esperaba un nuevo tema de trabajo dado por Gurdjieff. Todos íbamos a
 un ritmo  de quebrarse. Por unas pocas semanas el tema se basaba en 
varias clases y grados de ayuno. Entonces podía cambiar a pruebas 
psicológicas tan penetrantes que todos parecíamos desnudarnos 
espiritualmente.
 Un ejemplo con respecto al ayuno, ilustrará la 
delicadeza con la que Gurdjieff podía dar lecciones si él lo elegía. 
Había en el Prieure un famoso abogado Ruso llamado Rakhmilievitch, quien
 había sido el líder de la barra de abogados de St. Petersburg antes de 
la guerra. Se había unido a Gurdjieff en 1911, y tenía la tendencia de 
imponer la ley como un alumno avanzado. En una oportunidad Gurdjieff se 
presento en la sala de estar en el momento en que le está diciendo a 
otro Ruso: “Yo sabré mejor lo que George Ivanitch quiera significar, ya 
que estoy con él desde hace cinco años más que tu.” Gurdjieff dijo con 
tranquilidad:”Rackhmil, si tu no estás avergonzado por decir eso de ti 
mismo, avergüénzate por mí”. Tú me muestras como un mal maestro si 
después de doce años has aprendido tan poco”  Inmediatamente después de 
esto se anunció que un curso de ayuno intensivo iba a comenzar. 
Rakhmilievitch secretamente escondió algo de comida en un árbol. Varios 
de nosotros lo vimos, pero nadie dijo una palabra. Cuando el ayuno 
estaba por comenzar, Gurdjieff dijo a cada uno como sería su programa 
Dejó a Rakhmilievitch para el final, entonces dijo:”Rakhmilievitch no lo
 necesita, él  ya sabe mucho” Yo sentí mucha pena cuando escuché esto, 
porque vi como Rakhmilievitch había sacrificado todo para seguir a 
Gurdjieff, pero no pudo sacrificarse él mismo.
 Después de los ayunos Gurdjieff volvió a los ejercicio mentales combinados con la labor manual en los campos.
 La doctrina de Gurdjieff relacionada con “Trabajo Consciente y 
Sufrimiento intencional” era comprendida a vaces con esa literalidad 
cómica que emplean Europeos y Americanos cuando están confrontados con 
la sutileza Asiática. Cuando llegué al Prieure, los ejercicios mentales 
tomaban la forma de aprendizaje de largas listas de palabras Tibetanas. 
Las damas_mayormente mujeres Inglesas de mediana edad_ estaban sentadas 
para sacar las raíces de grandes árboles tirados abajo por los hombres. 
La tarea era manifiestamente imposible, excepto cavando agujeros 
profundos o usando una excavadora. Las mujeres sentadas en agujeros poco
 profundos, cavando con pequeños instrumentos, y a veces, debido a la 
falta endémica de herramientas, con cucharas de cocina y echando hacia 
atrás la tierra, parecían gallinas escarbando en un montículo de basura.
 Metidos cuidadosamente bajo sus relojes de pulsera o brazaletes tenían 
trozos de papel que sacaban subrepticiamente cada pocos minutos. Las 
damas mirándose como gallinas ansiosas, murmuraban las listas de 
palabras. Yo me preguntaba mientras las miraba, qué habrían venido a 
buscar a Fontainebleu. De su sinceridad, no cabía ninguna duda; pero 
¿dónde ellas habían dejado su sentido común?
 Gurdjieff tenía métodos
 despiadados para deshacerse de aquellos que no quería. Él parecía 
invitar y aún detestar una clase de adoración estúpida que hacía que 
cada palabra suya o gesto se transformaran en símbolos de alguna verdad 
eterna. Una dama era particularmente estúpida con respecto a él, y 
entonces le jugaba bromas crueles, lo que me demostraba lo seria que era
 su advertencia, con respecto a no confiar en nada ni en nadie, y 
especialmente a él mismo.
 Cada sábado después del almuerzo, se 
dejaba de lado el trabajo y se hacían los preparativos para la recepción
 y fiesta semanal. Por la tarde, se servía un te Inglés formal en la 
terraza del Chateau. En una oportunidad tuvimos helado preparado con 
crema fresca  proveniente de las vacas del Prieure. Gurdjieff caminaba 
por los alrededores, con esa extraña marcha despojada que lo hacía 
diferente a cualquier otro hombre. Se acercó a la mesa de esa dama y le 
dijo: “Usted no sabe como se mejora el sabor del helado. Lo debe comer 
con mostaza.” Ella dudando se levantó y se dirigió a la cocina por un 
tarro de mostaza. Cuando regreso, Gurdjieff con voz de trueno la señaló y
 dijo.”Ven de que se trata ser un  idiota redondo. Ella es  todo el 
tiempo idiota, ¿Para qué está usted aquí?”
 En otro momento, un 
americano joven llamado Metz, que también sufría de adoración estúpida 
por Gurdjieff, se le había pedido que cambiara una luz delantera del 
auto de Gurdjieff. Esa noche Gurdjieff tenía que ir a Paris. Cuando se 
sacó el auto y la luz no había sido cambiada,  le gritó a Metz que se 
sentara en el parachoques sosteniendo la luz  durante todo el camino a 
Paris. Metz dócilmente se sentó en el guardabarro, hasta que Gurdjieff 
lo empujó con su palabra favorita:”Idiota.”
 Un concertista de piano 
llamado Finch, con hermosas manos cuidadas como si fuesen tesoros 
invaluables, vino para intalarse en el Prieure. Se lo puso para cuidar 
las gallinas. Así como pasaban los días se iba poniendo cada vez más 
ansioso. Finalmente le dijo a Gurdjieff que las gallinas no estaban 
poniendo bien desde que él se había hecho cargo. Gurdjieff le contestó 
:” Claro que no. Porque usted no las ama. Las gallinas aquí conocen a la
 gente. Ponen para la gente que las ama. Debe aprender a amarlas.”
 
Al día siguiente pasé por el gallinero y lo vi al pobre mirando a las 
gallinas, evidentemente tratando de amar a las gallinas pero incapaz de 
saber como hacerlo.
 Cada anochecer después de la cena una nueva vida
 comenzaba. No había apuro. Unos caminaban en el jardín, otros fumaban. A
 las nueve de la noche nos encaminábamos solos o de a dos o tres. A la 
Casa De Estudios.  Dejabámos los zapatos en la puerta de entrada y nos 
calzábamos zapatillas o mocasines. Tranquilamente nos sentábamos cada 
uno en su almohadón, alrededor del salón, Los hombres a la derecha y las
 mujeres a la izquierda, nunca juntos.