
- Llueven tus
senos sobre mí oscilantes,
- resbalando en
la cuenca de los muslos.
- El placer, de
puntillas sobre el cuerpo,
- quema un
sendero oculto.
- Hay un sueño
de labios sobre el vientre,
- de labios
vagabundos,
- frescos de
sombra y humedad, como alas
- de rosas
deshojadas al crepúsculo.
- Y remolcas
cerezas ya maduras
- por invisibles
surcos,
- sobre la piel
del pecho,
- hasta el
cuello desnudo,
- paréntesis de
nardo en las mejillas,
- para la boca
alternativo fruto.
- Se aglomeran
en súbita cadencia
- latidos en
tumulto,
- rojos de
sangre en corazón inquieto,
- convulsivos en
torno al sexo duro.
- Acóplate,
mujer, en fluctuantes,
- recíprocos
impulsos,
- que en tus
entrañas he de atrincherarme,
- y a ti, en
cautividad, me catapulto.
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