Cierto día, todos los números 0 tenían una fiesta, pero un 8 que andaba por ahí también quería entrar:
"¡Demonios, esos malditos números racistas no me van a dejar entrar a su fiesta!"
Entonces, se le ocurrió un plan. Así que entra a la fiesta como si nada; pero al ver esto los números 0, se acercan a él y le reclaman:
"Eh, idiota, ésta es una fiesta de números 0, ¿qué haces aquí si tú eres un 8?"
"¡Ea, tranquilos hermanos, si tan sólo me apreté mucho el cinturón!"