Manolo es atropellado; mientras se encontraba en el suelo, decia con grandes gemidos:
"Inclínenme, inclínenme!" Y repetía esta misma frase durante varios minutos.
Como es de suponer la gente le ponía de un lado y luego del otro y Manolo seguía:
"¡Inclínenme, inclínenme!"
Por suerte su amigo Venancio pasa por ahí y le escucha. Entonces les dice a todos los que trataban de ayudarlo:
"¡Ignorantes!... ¿qué no ven que el pobre está pidiendo que le internen en una clínica?"