La hormiga y la cerda Llega la hormiguita al borde del río y se da cuenta que, debido a su tamaño, le resulta imposible cruzar. Así estaba, meditando acerca de cómo hacer para ir al otro lado, cuando de pronto llega la cerda quien se sorprende de encontrar a la hormiguita sola y con cara de preocupación. Le pregunta entonces...
- Qué pasa hormiguita?, que te veo acá solita, con cara de preocupada y con la vista fija en el horizonte? - Es que quería cruzar el río pero ahora me doy cuenta que no voy a poder hacerlo... - Pero oíme; el río no es muy alto, tendrá menos de un metro y yo tengo que cruzar al otro lado. Así que...?, por qué no te subís a mi lomo y yo te cruzo?
- No, gracias. Dejá, no importa... - Pero mirá... si no me cuesta nada!!. Por qué me decís que no? - Mira, cochina: vos estás toda llena de barro y tierra. Y no es que tenga nada contra vos ni que quiera ofenderte, pero es que me da como asco. Y encima de todo olés a mierda!!!
- Vé esta malparida, entonces jodétete, hormiga cacorra --- dijo la cochina y cruzó para luego perderse del otro lado del río.
La hormiguita se quedó entonces sola y meditando. Al rato se le ocurrió que podía usar algo que flotara, entonces juntó cuatro junquitos que encontró por ahí y, con un poco de inventiva, se fabricó una pequeña balsita que, calculó, debería soportar su peso sin problemas.
Una vez que hubo terminado se lanzó, intrépida, a la ardua tarea de llegar a la otra orilla. Pero a mitad de camino lo más terrible sucedió... la pequeña balsita no resistió y se fue a pique hasta el fondo del río con hormiguita y todo.
MORALEJA... Más vale una cerda sucia y maloliente que cuatro pajas mal hechas.
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