Tres recién casadas pasan la luna de miel en el mismo hotel, al mismo tiempo, y en la misma noche. Al día siguiente se encuentran las tres en el salón principal y deciden desayunarse. Mientras tanto pueden hablar de todo lo que hicieron en su luna de miel. Pero una de ellas dice que no se va a desayunar.
La primera dice, muy emocionada: - Anoche mi esposo me metió toda la mano.
A la segunda mujer esto no la impresiona y dice con orgullo: - mi esposo me metió todo el brazo- ambas observan a la otra, la que no ha hablado. Notan que camina con mucha torpeza. Se les queda mirando como si estuviera muy satisfecha, moviendo el cuerpo. Se mira las caderas y grita:
- ¡Juan! ¡Sal de allí a saluda a María y a Luisa!