Érase una vez que se era, una chica preciosa que se llamaba Elba. Se sabía tan guapa y atractiva que aquel día cuando iba por la calle y se dio cuenta de que a su paso la gente se paraba, los hombres se giraban, las mujeres cuchicheaban, los pájaros dejaban de volar, los semáforos se negaban a ponerse en rojo para ella, no le extrañó nada en absoluto. Es más, su ligero movimiento de caderas se enfatizó a cada paso que daba, de manera que ya nadie podía resistirse a sus encantos.
Literalmente subida en una nube volvió a casa en el trayecto más agradable y reconfortante de toda su vida. Al entrar por la puerta decidió ir inmediatamente al cuarto de baño para poder grabar en su mente para siempre la imagen que había cautivado a todo el que había tenido la fortuna de haberse cruzado con ella aquel día, para descubrir que en realidad lo que todo el mundo miraba era.¡¡¡¡una mancha negra en mitad de su carrillo derecho!!!!!.
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