Somos mucho más que un cuerpo y una mente. Somos mucho más que el reflejo que los otros ven de nosotros. Somos esencias purísimas creadas a imagen y semejanza de Dios.
Es hora de cumplir un destino de grandeza, no quedarnos en el mero cumplimiento de funciones biológicas. El planeta necesita elevarse y nosotros debemos elevarnos con él.
El único pecado es no ser feliz.
Estas anécdotas del alma ponen su granito de arena, humilde pero cálido, simple y sin embargo rotundo, para que podamos acelerar ese proceso de alegría, de perdones y entusiasmos, de proyectos de vida, solidaridad y servicio.
Anécdotas del alma, antiguas, actuales, eternas. Así desfilas por estas paginas nuestros seres queridos, los aprendizajes familiares diarios, las relaciones afectivas nutritivas y afines, la entrega incondicional, la superación de asignaturas pendientes, la liberación de rencores y resentimientos, la visión de Cristo en el otro, la aceptación y la tolerancia, saber que todo regresa multiplicado, la inocencia perfecta del niño, la entrega incondicional, la superación de redención a la que aspira el adulto, el tiempo como un mero esquema mental y material y tantos temas más a los cuales escapamos, hasta que llega el momento de detenerse y decidir ser dueños de nuestra vida, de nuestra visión y de nuestro destino.
