El shopping Xizhimen Jiamao de Pekín invitó a sus visitantes a demostrar su amor por los autos en un sentido literal: 
besándolos hasta más no poder, animados por la jugosa oportunidad de llevarse un último modelo a casa por solo 10 dólares.
Cada uno de los seis "amados modelos" estaba equipado con 20 puntos, sobre los cuales debían recaer los besos 
de los concursantes chinos, quienes parcialmente sumaron otra prohibición 
a su lista de deberes, pues de tocar el auto habrían sido descalificados.
Una especie de "ver, amar y besar pero no tocar" que les permitió contemplar en un modo casi reverencial la
 tecnología norteamericana, con pausas de 10 minutos 
cada siete hora para recargar baterías -y saliva- y continuar con su romance motorizado.
Luego de 24 horas, 28 participantes seguían en concurso, haciendo gala de la enorme capacidad 
de resistencia civil de los chinos, aunque los organizadores -también fieles representantes
 de la justicia nacional- impusieron nuevas reglas para diezmar a los sobrevivientes.
Fue así que Zhang Cunying ganó el concurso luego de que se les impusiera continuar
 con los besos, pero también con un solo pie y una mano atrás.
Sin embargo, el auto que la llevó a casa por poco termina siendo una ambulancia, 
 
 
pues al terminar la competencia cayó al suelo desfallecida.