
El catador de pollos: Un borracho, casi cayéndose, entra a un restaurante y se sienta en una butaca a la barra. Pide un vino y comienza a tomar. Al rato, entra al local un hombre bien vestido, se sienta a una mesa, llama al mozo y pide un pollo con papas fritas y aclara: - Mozo, el pollo tiene que ser criado en Rosario. ¡Mire que otro no me gusta! El borracho que estaba en la barra, siente curiosidad y presta atención. Vuelve el mozo y le sirve al caballero el pollo con papas fritas. El hombre dice: - Espere, mozo, no se retire todavía... Entonces toma el pollo por las patas, le mete un dedo en el culo, lo huele y dice: - Mozo, este pollo no es de Rosario. Este pollo fue criado en la granja Los Mirasoles de Entre Ríos. Le digo más: La granja está en la calle Cristóbal Colón 1135. Así que, mozo retire esto y tráigame, por favor un pollo de Rosario. El mozo, asombrado, pide disculpas y retira lo que había traído. El borracho, que había escuchado todo, no podía creer nada. Se refregaba los ojos, se pellizcaba. Tomaba más vino y estaba como loco. Vuelve el mozo, con otro pollo. El hombre, realiza la misma operación: toma el pollo por las patas, lo levanta, le mete el dedo en el culo, lo huele y le dice: - Mozo, este pollo no es de Rosario; es de la Provincia de La Pampa; de la granja La Gran Húmeda que está en la calle 25 de Mayo 5210. Por favor mozo retire esto. Voy a tomarlo como un mal entendido y esta vez tráigame un pollo de Rosario, por favor. El borracho, entendía menos que antes; se golpeaba la cabeza, daba vueltas a la silla, se pellizcaba. Estaba como loco y tomaba más vino. Volvió el mozo, sirvió el pollo. El hombre realizó la misma prueba y dijo: - Ahora sí. Este sí es un pollo de Rosario y es de los mejores; de la granja Los Esteros que está en la calle San Juan 2152.- Y se dispuso a comer. El borracho se cayó de la butaca. Se pegaba la cabeza contra la barra y siguió tomando vino. Cuando este señor terminó de comer, llamó al mozo y le pidió la cuenta. Entonces el borracho como pudo, se paró, chocando contra las mesas se fue hasta la puerta y se paró en el marco de la misma, esperando a que el hombre se retire. Cuando el caballero llegó a la puerta de salida, el borracho lo intercepta y le dice: - Perdóneme señor, pero escuché lo que le pidió al mozo y vi lo que hizo con los pollos que le sirvieron y quiero pedirle un favor. El hombre, sorprendido pero servicial le contesta: - Pero, ¡cómo no! ¿En qué puedo ayudarlo? - Hace rato que ando por la ciudad perdido sin poder llegar a mi casa, ¿no me puede meter el dedo en el culo y decirme dónde vivo?

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