Dos hombres de negocio, están descansando en la vidriera vacía de su nueva tienda antes de empezar a acomodar la mercancía. Durante esa pausa uno de los hombres le dice a su socio:
—Puedo apostar en que en pocos minutos va a aparecer un viejito curioso que nos va a preguntar que estamos vendiendo.
No terminaba de decirlo cuando un anciano jubilado pega su rostro contra el vidrio para observar, y pregunta:
—¡Oiga! ¿qué están vendiendo aquí?
Los dos hombres se ríen y uno de ellos sarcásticamente contesta:
—Estamos vendiendo idiotas....!
El anciano los mira sin inmutarse, sonríe dulcemente y dice:
—¡Huy!... pero les va muy bien... ¡¡¡ya no les quedan sino dos para vender...!!!