Sólo amo las palabras cuando tú me las dices; pienso que tú las amas cuando las digo yo. Las demás están huecas, no son sino barnices, corteza de la fruta que nunca maduró.
Las mías y las tuyas tienen la contextura del fruto sazonado que se puede morder; se derraman sus jugos por cada rasgadura como vacía el hombre su savia en la mujer.
Brevería Nº 1987, de FAH
Sin palabras
Si no logras dormir, vente conmigo, que una mujer de noche y desvelada está clamando a gritos ser amada, y a amarla yo sin límites me obligo.
Las palabras que dices, las que digo, carecen de interés, no valen nada; las cumbres de tus senos, tu mirada, tu piel desnuda es lo que yo persigo.
Si en sequedad se quedan tus palabras, en humedad te quiero, cuando te abras y tus muslos abracen mis caderas.
Inspirada estarás, aún sin hablarme, forjando tal poema al desbordarme que como Orfeo, amansarás las fieras. Los Angeles, 10 de diciembre de 2001