Si los seres humanos riéramos el doble de lo que lo hacemos, padeceríamos la mitad de las enfermedades que nos aquejan. No, ésta no es una frase inventada por algún cómico famoso. Es una verdad científica que está siendo analizada y comprobada por las más importantes universidades del mundo.
La risa tiene efectos terapéuticos insospechados que se han ido descubriendo en los últimos años.
Así como el ejercicio puede fortalecer el cuerpo y dar vigor al espíritu, la risa puede fortalecer la mente y estimular positivamente las emociones.
Reír es en realidad el ejercicio del espíritu y debe practicarse con la misma regularidad que el físico.
El doctor William Fry, profesor de la carrera de psiquiatría en la Universidad Stanford, en Estados Unidos, asegura: "Tiene un potencial preventivo y curativo para casi todas las enfermedades, que los médicos todavía no apreciamos, ni aprovechamos debidamente".
Él atribuye a ésta los siguientes beneficios: Es una actividad que hace funcionar mejor los músculos del corazón.
Reduce el estrés, la tensión y sus efectos negativos sobre las personas.
Acelera la producción de sustancias químicas en el cerebro que hacen sentir físicamente bien a la gente.
Mejora la circulación porque intensifica el ritmo cardiaco.
Aumenta la capacidad de concentración y mejora la memoria.
Mejora la profundidad y ritmo de la respiración.
Se ha comprobado su eficacia en la rehabilitación de los enfermos, después de someterse a una cirugía de corazón.
Comprar, leer y coleccionar buenos libros de chistes.
Ver con regularidad programas cómicos en la televisión.
Aprender a reír de los propios errores.
Procurar pasar todo el tiempo posible con niños que nos puedan transmitir su buen ánimo.
Si se va al cine, elegir películas que hagan reír.
Buscar la compañía de viejos amigos con los que se pueda reír a carcajadas de cosas nimias e intrascendentes o al recordar los "viejos tiempos".
Cultivar conscientemente el buen sentido del humor y recordarse así mismo, que es un síntoma de inteligencia.