* La bola de cristal
Tradicionalmente se asocia con las artes adivinatorias sin embargo, se trata de uno de los objetos mágicos por excelencia. A través de ella, los sensitivos y videntes captan imágenes o sensaciones que les sirven como respuesta o presagio de futuro.
Su origen más remoto se encuentra en las esferas cristalinas o minerales que ya utilizaban los egipcios. En Antinópolis (actual el-Sheik Ibada, Egipto), los sacerdotes y augures empleaban bolas de cobre o de otros metales. También disponían de critales de roca tallados y pulidos a los que preguntaban en voz alta, esperando que sus dioses se manifestasen a través de ellos.
En unas excavaciones localizadas en el valle del Tigris y del Eúfrates, el arqueólogo Milai Zanuzy descubrió setenta esferas que pudieron pertenecer a un temploi situado en la antigua Ur, actualmente Irak.
El funcionamiento de la bola de crital es relativamente sencillo. El clarividente, tras relajarse y formular una pregunta mentalmente o en voz alta, fija su mirada en el centro de la bola. Se concentra y espera percibir una imagen que le sirva de respuesta. El tipo de imagen recibida, el tono cromático, el movimiento de la visión e incluso la sensación percibida, servirán como pautas interpretativas y de contestación.
Entre otros personajes históricos utilizaban la bola de cristal:
Pitágoras: la colocaba a la altura de su rostro, entre él y la luna llena, para absorber la energía del satélite.
Aristóteles: disponía de un espejo encantado y de una esfera de cristal que, supuestamente, usaba para hallar la inspiración adecuada y poder profundizar en las reflexiones que se planteaba.
Alejandro Magno: veía futuras campañas y batallas en una misteriosa esfera de cristal de roca que le permitía analizar éxitos y prevenir tanto fracasos como taiciones.