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Cargado de sudor, porque la prisa me apremiaba a tu encuentro, soy llegado a través de ciudad y despoblado, ave sobre sendero que no pisa.
Andador presuroso no divisa rosal enrojecido ni arbolado, ni blanca nube o río desatado, ni percibe el retozo de la brisa.
Me hablaban transeúntes, no escuchaba; tantas puertas se abrían, y no entraba; me hice sordo a la alondra, al colibrí.
Fueron mis pies acelerando el paso, porque el menor momento es gran retraso cuando la mente se ha ceñido a ti.
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