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♥TEMAS MALTRATO♥: Maltrato infantil: las caras de la violencia
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De: LOLY-AMOR  (Mensaje original) Enviado: 28/06/2009 18:48

Maltrato infantil: las caras de la violencia

Puede adoptar distintas formas, algunas más fáciles de detectar que otras, pero todas denuncian un acuciante problema de salud que demanda abordajes multidisciplinarios y soluciones oportunas para cortar el círculo del dolor y rescatar a la víctima de secuelas que lo condicionarán a lo largo de su vida.

Se considera maltrato infantil-juvenil doméstico aquel que se produce dentro del hogar, tiene por víctimas a niños y adolescentes y lo perpetra alguna persona a cargo del chico, o que debería estarlo. Incluye básicamente cuatro tipos de situaciones: el daño físico, el daño psíquico o emocional, la negligencia y/o abandono, y el abuso sexual.

Cada una tiene formas específicas de manifestación, pero lo que subyace en todas ellas son trastornos graves y crónicos en el funcionamiento familiar, que se transmiten de una generación a otra: entre el 20 y el 30 por ciento de los niños maltratados se convierten en adultos que maltratan.

Hasta hace algunos años, se pensaba que el maltrato infantil era la consecuencia de trastornos psicológicos individuales, del alcoholismo, de las toxicomanías o de carencias económicas o educativas. Las investigaciones actuales demuestran que, en realidad, es el producto de una conjunción de factores en relación con un modelo familiar y social que convalida la violencia como procedimiento aceptable para la resolución de conflictos.

En la realidad distintas modalidades de maltrato suelen darse al unísono, pero a modo descriptivo ellas consisten en:

Maltrato físico

Es el tipo de violencia más evidente y fácil de detectar. Se trata de las lesiones provocadas por cualquier motivo -incluyendo las reacciones a conductas indeseadas- por los padres, tutores o cuidadores de un niño. Pueden confundirse con lesiones accidentales, pero el ojo entrenado de un pediatra o docente sabe distinguirlas.

Existen distintos tipos: excoriaciones, hematomas, luxaciones, fracturas, quemaduras, heridas cortantes, desgarros, lesiones en vísceras. Los mecanismos por los cuales se provocan estas heridas pueden ser el impacto, la penetración, el calor, el empleo de cáusticos, de sustancias químicas o de drogas.

Por lo general, cuando el adulto lleva al niño a la consulta médica hay varios hechos que hacen sospechar que ciertas lesiones no son accidentales como pretenden sostener sus cuidadores. Entre ellos aparecen:

a) Discrepancias entre el relato de lo acontecido y las lesiones que se observan. Por ejemplo, ante escoriaciones, moretones, etc. en ambos lados del cuerpo o en distinto grado de evolución, los adultos aducen que se produjeron por la caída de una bicicleta. La lógica indica que, en este tipo de accidentes, se observan lesiones en el sector sobre el cual cayó el paciente, fundamentalmente en las zonas expuestas y en las prominencias óseas.

b) El tiempo transcurrido entre el supuesto accidente y la consulta es prolongado, ocurriendo varias horas, días o semanas más tarde.

c) La consulta se hace en horas de la noche o de la madrugada. Los responsables de las lastimaduras saben que el personal de guardia está cansado, menos alerta y menos dispuesto a profundizar en el interrogatorio.

d) Existen otros “accidentes" (fracturas, heridas) atendidos anteriormente en diferentes centros asistenciales.

e) Si bien el relato y la actitud de los padres durante la consulta pueden ser de aparente preocupación y de suma colaboración con el equipo médico, se acompañan de una llamativa ausencia de angustia ante la magnitud de las lesiones. Esto no es lo que habitualmente sucede con los padres de niños accidentados.

Maltrato emocional

Es interesante destacar que es una de las formas más difíciles de diagnosticar de maltrato infantil. Por lo general, se la detecta cuando se asocia a otros cuadros severos de maltrato y, aún confirmada la sospecha, las intervenciones de los profesionales y/o del sistema legal se hacen de una manera más dubitativa. Es la consecuencia de la hostilidad verbal crónica en forma de burla, desprecio, crítica o amenaza de abandono y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles. Quien maltrata psíquicamente puede adoptar actitudes tales como humillar al niño frente a otros, privarlo de salidas y de su integración social, utilizando para ello desde la evitación hasta el encierro. Se puede ilustrar este tipo de maltrato diciendo que se golpea al hijo con actitudes, gestos y palabras, rechazando la individualidad del niño o del adolescente de manera tal que se impide su desarrollo psicosocial normal.

Los efectos del maltrato emocional se observan en:

  • el vínculo de apego entre el niño y el adulto
  • los bajos niveles de adaptación y funcionamiento en lo social: dificultades para establecer vínculos amistosos, problemas con pares, problemas con la comunidad
  • problemas de conducta: agresividad, conductas disruptivas, conductas antisociales
  • trastornos en el plano cognitivo y en la resolución de situaciones problemáticas
  • fracasos escolares
  • tristeza y depresión: baja autoestima, inestabilidad emocional, tendencias suicidas
  • temores y síntomas físicos (más frecuentes en los niños pequeños): síndrome de falta de progreso, pérdida del apetito, enuresis.

     

Negligencia y/o abandono

Se habla de negligencia cuando el adulto permanece junto al hijo pero le priva parcialmente y en grado variable de la atención adecuada y necesaria. Esta desatención puede provocar cuadros de desnutrición de segundo y tercer grado (sin que exista al comienzo ningún factor orgánico que la determine), descuido frente a situaciones peligrosas y accidentes frecuentes, vacunaciones incompletas, deserciones escolares, desconocimiento de actividades extrafamiliares, desinterés, etcétera.

Abuso sexual

Es una de las formas más severas del maltrato infantil, consiste en la utilización de un menor para la satisfacción de los deseos sexuales de un adulto encargado de los cuidados del niño o de aquel en el cual éste confía. Cualquier tipo de acercamiento sexual inadecuado que se produce entre menores de distintas etapas evolutivas y/o aplicando algún tipo de coerción (física o emocional), también se considera abuso sexual. El abuso sexual reiterado no distingue clase social ni nivel cultural, constituye uno de los traumas psíquicos más intensos y tiene consecuencias sumamente destructivas en la personalidad de quien lo padece. Los indicadores altamente específicos de abuso sexual infantil son:

Físicos

  • Lesiones en zonas genital y/o anal
  • Sangrado por vagina y/o ano
  • Infecciones genitales o de transmisión sexual
  • Embarazos
  • Cualquiera de los indicadores anteriores junto con hematomas o excoriaciones en el resto del cuerpo, como consecuencia del maltrato físico asociado.
  • Psicológico
  • Relato de la víctima.

     

En los niños en edad preescolar también pueden ser indicadores: conductas hipersexualizadas y/o autoeróticas; trastornos del sueño (pesadillas, terrores nocturnos); conductas regresivas; enuresis; retraimiento social; temores inexplicables ante personas o situaciones determinadas. También pueden darse cambios bruscos en el rendimiento escolar; problemas con figuras de autoridad; mentiras; fugas del hogar; fobias; excesiva sumisión frente al adulto; coerción sexual hacia otros niños; quejas somáticas (cefaleas, dolores abdominales); delincuencia. .

En los adolescentes algunos indicadores de abuso sexual son: prostitución; coerción sexual hacia otros niños; promiscuidad sexual; drogadicción; conductas autoagresivas; delincuencia; excesiva inhibición sexual; trastornos disociativos; anorexia y bulimia.

En los adultos pueden observarse trastornos psiquiátricos; disfunciones sexuales; trastornos de la alimentación.

Secuelas y rehabilitación

Los malos tratos en la infancia dejan secuelas en el desarrollo emocional de las víctimas, que se vuelven prácticamente irreversibles cuando el maltrato ha sido crónico. Entre los antecedentes de jóvenes y adultos con trastornos de personalidad severos (no neuróticos) se encuentra siempre alguna forma de maltrato en la niñez y en la adolescencia.

Según los especialistas, en los casos de maltrato físico, emocional y negligencia, la rehabilitación familiar es posible en un 70 o un 75 por ciento, siempre que se cumplan los tratamientos indicados. En los casos de abuso sexual la posibilidad de rehabilitación es variable ya que, si bien todos los involucrados en la situación de violencia están en condiciones de ser tratados, con frecuencia resulta imposible restablecer la convivencia.

Es muy importante cuando se sospecha o se confirma el maltrato infantil, evaluar el grado de riesgo familiar antes de que el niño regrese al hogar. Esto requiere tiempo y la intervención de un equipo especializado interdisciplinario compuesto por médicos, psicopatólogos, asistentes sociales y abogados.

Por otro lado, el asesoramiento y la intervención planificada en el nivel gubernamental y comunitario son de fundamental importancia para evitar que las víctimas queden expuestas o en una situación de riesgo peor que la que motivó la consulta.





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