Navidad es la fiesta de la paz.
Así anunciaron el nacimiento del Hijo de Dios los ángeles desde el cielo en el primer villancico de Navidad: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad".
"Noche de Dios, noche de paz", es el villancico de todas las navidades, que cantamos en las iglesias, en nuestros hogares, en las calles y ante el belén.
Navidad es la fiesta del amor.
Misterio para el que hay que tener ojos grandes y corazón nuevo para adorar el Amor de Dios, que nos remite a amar a los hermanos, especialmente a los que más sufren las consecuencias de la crisis económica, y a los que padecen la soledad, el dolor y la enfermedad.
Así lo entendió San Francisco de Asís, el amante de todas las criaturas, el conquistado por el amor tierno y desnudo del Niño Dios, que realizó el primer pesebre-belén en Greccio, la Navidad de 1223.
Navidad no pasa nunca donde hay amor, porque el motivo principal del nacimiento de Jesús es un amor que nace y se entrega para la salvación del mundo.
En estos días, Jesús nos enseña que sólo los que aman y tienen corazón de niño entienden y viven la Navidad, que es misterio del compartir. Los que no aman y se encierran en su egoísmo, pasarán las navidades, sin haber celebrado la Navidad en su corazón y en sus vidas.