Tierra y tú magnificáis naturaleza,
dotada de una magistral belleza,
eres fuente de inspiración,
susurrando ideas al alma y al corazón.

En tu profundo abismo la vida vio su origen,
y trazaste las leyes por las que los seres se rigen,
y del mismo abismo emergió el seco suelo,
y la luz del sol lo ilumina desde el eterno cielo.

Montañas de lo profundo emergieron,
y tu faz cubrió,
donde tus aguas se juntan con el cielo nace el día,
y expreso lo que en ti veo en esta poesía.

Tus vientos susurran pasiones,
tus mares dedican su canción a los corazones,
el calor de tus días alivia el alma,
la oscuridad y el frio de la noche son peores que cualquier arma.

El verde cubrió tu faz,
y en un seno creció la vida en paz,
en tus nubes abriste la herida,
de la cual brota nueva agua vida.

Has visto nacer a todo hombre,
has conocido todo nombre,
has visto como la humanidad se arrastró por el suelo,
y la has visto conquistar el mar y el cielo.

Nos enseñaste a sentir,
nos mostraste la esencia de vivir,
de todo hombre has conocido su suerte,
de igual forma conoces y conocerás el momento de muerte.

Eres poseedora de un sorprenderte poder,
todo aquel que se enfrente a ti ha de perecer,
en tus aguas surgió la vida,
pero toda alma contra el mar está perdida.

Como enfrentarse a la ira del fuerte volcán,
y como resistir a la furia del huracán,
es imposible detener al fiero tornado,
y con qué crueldad castiga el océano cuando está airado.

Ni el duro azote de la naturaleza,
ni mucho menos su inigualable belleza,
hacen desistir al hombre de su avaricia,
por la que su vida desperdicia.

Nuestro planeta perece,
su vida desvanece,
cruelmente le castiga la humanidad,
es una triste verdad.

Tierra, enfrentas la tempestad,
sufro al ver tu realidad,
sufre mi espíritu, mi alma y mi corazón,
y con tristeza te pido perdón…

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