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De: VAINICA  (Mensaje original) Enviado: 02/07/2013 18:09
 
 
 
 
 
 

              

 

Martes 2 de Julio – Feria. Verde.

LECTURA

Lectura del Libro del Génesis.  Gn 19, 15-29

Cuando el Señor decidió destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra, los ángeles instaron a Lot, diciéndole: “¡Vamos! Saca a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seas aniquilado cuando la ciudad reciba su castigo”. Como él no salía de su asombro, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y lo sacaron de la ciudad para ponerlo fuera de peligro, porque el Señor tuvo compasión de él. Después que lo sacaron, uno de ellos dijo: “Huye, si quieres salvar la vida. No mires hacia atrás, ni te detengas en ningún lugar de la región baja. Escapa a las montañas, para no ser aniquilado”. Lot respondió: “No, por favor, Señor mío. Tú has sido bondadoso con tu servidor y me has demostrado tu gran misericordia, salvándome la vida. Pero yo no podré huir a las montañas, sin que antes caigan sobre mí la destrucción y la muerte. Aquí cerca hay una ciudad -es una población insignificante- donde podré refugiarme. Deja que me quede en ella, ya que es tan pequeña, y así estaré a salvo”. Entonces él le respondió: “Voy a complacerte una vez más: no destruiré la ciudad de la que hablas. Pero apúrate; refúgiate en ella, porque no podré hacer nada hasta que llegues allí”. Por eso la ciudad recibió el nombre de Soar, que significa “pequeño poblado”. Cuando el sol comenzó a brillar sobre la tierra, Lot entró en Soar. Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que descendían del cielo. Así destruyó esas ciudades y toda la extensión de la región baja, junto con los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo. Y como la mujer de Lot miró hacia atrás, quedó convertida en una columna de sal. A la madrugada del día siguiente, Abraham regresó al lugar donde había estado en la presencia del Señor. Cuando dirigió su mirada hacia Sodoma, Gomorra y toda la extensión de la región baja, vio un humo que subía de la tierra, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abraham, librando a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido.

Palabra de Dios.

 

Comentario

Sodoma y Gomorra son dos ciudades que representan el pecado y la destrucción. Lot no debía quedarse “pegado” a esa realidad de pecado, debía salir de allí, empezar de nuevo en otra ciudad y ya no volver la vista atrás. Su mujer, petrificada en estatua de sal, representa la inmovilidad y la falta de horizonte de quien no puede lanzarse hacia el futuro y se queda enclavado en lo que está detrás.

 

 

SALMO   Sal 25, 2-3. 9-12

R. ¡Tu amor está siempre ante mis ojos, Señor!

Examíname, Señor, y pruébame,
sondea hasta lo más íntimo de mi ser;
porque tu amor está siempre ante mis ojos,
y yo camino en tu verdad. R.

No me incluyas entre los pecadores
ni entre los hombres sanguinarios:
ellos tienen las manos llenas de infamia,
y su derecha está repleta de sobornos. R.

Yo, en cambio, procedo íntegramente:
líbrame y concédeme tu gracia.
Mis pies están firmes sobre el camino llano,
y en la asamblea bendeciré al Señor. R.

 

 

EVANGELIO

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo.  Mt 8, 23-27

Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!”. Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

Palabra del Señor.

 

 

Comentario

 

“El Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en que la pesca ha sido abundante; también ha habido momentos en que las aguas estaban agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en aquella barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda: es él quien conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, porque así lo quiso. Esta ha sido una certeza que nada puede empañar. Y por eso hoy mi corazón está lleno de gratitud a Dios porque no ha dejado nunca que a su Iglesia entera y a mí, nos faltasen su consuelo, su luz, su amor” (Benedicto xvi, audiencia general del 27 de febrero de 2013, última de su pontificado).

 

 
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*Fondo por Vainica*
 

 

 


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