En las pasadas semanas he estado en silencio.
 Recuerdo que decía en uno de mis escritos que de vez en cuando hay que hacer una pausar .
 Y me llegó el momento a mí.
Tal vez igual que tú, hoy experimento uno de los procesos más  difíciles de mi vida y no creo necesario entrar en detalles.
  Sí, soy  humana, yo también puedo palpar diversas emociones, siento alegrías y  tristezas, amor y dolor. 
 En instantes como esos es que reviso mis  escritos y me pregunto, ¿qué hay detrás de mi sonrisa?
 ¿Qué estoy trabajando para lograr las cosas que quiero hacer antes de morir?
Vuelvo al silencio en el que estoy viviendo. 
 Ese silencio que habla  más que mil palabras y está lleno de emociones encontradas. 
 Una lucha  en mi interior se desata y aunque no veo una salida siento paz. 
Yo  decidí ser feliz a pesar de mis circunstancias.
Ciertamente, hay vivencias que nos estremecen y nos dejan sin  aliento, pero en el silencio las puedo analizar mejor.
 Las ideas se  aclaran poco a poco y así van pasando las etapas del proceso en el que  me encuentro.
Pero en ese silencio me conecto con el Creador, escucho canciones con mensajes que  me alientan y escribo para desahogarme. 
 También, tengo  momentos en los que lloro para limpiar y sanar mi corazón, y  aprovecho para leer.
Precisamente estuve leyendo un escrito sobre una de las estaciones  del año y decidí dejar mi comentario; lo comparto con ustedes:
"Todos necesitamos otoños en  nuestras vidas, ahí nos despojamos de lo que ya está muerto y no sirve  para que el invierno lo queme con su frío y luego podamos renacer en la  primavera".
Hoy me siento en el otoño de la vida y no es fácil ver como cada hoja  besa el suelo y luego vuela lejos. 
 Cada una de ellas tiene tanto que  contar, pero es hora de que tomen otro rumbo.
En su momento llegará el invierno, ese frío que nos quema y parece  que nos dejará sin vida, pero hay una esperanza. 
 Esa estación no dura  eternamente, también pasará y luego vendrá una nueva etapa.
Nada de lo que vivimos pasa por casualidad, hay un propósito y cuando dejamos que Dios tome el control de nuestras vidas, volvemos a renacer, salen nuevas flores y disfrutamos de la primavera.
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(Lo comparto de mi correo de hoy)
