Puedo sentir que se apaga la vida,
se me escapa el aliento, se me quiebra la voz;
puedo sentir que dentro de mi alma
se va muriendo el mundo sumido en opresión.

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Un silencio profundo carcome mis sentidos
al contemplar atónita la gran desolación
que hemos creado en torno al milagro de la vida,
hemos matado al hombre… olvidamos a Dios.

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Y vamos en dos filas, llevando nuestros féretros,
llevados por la angustia y la desolación,
perdimos nuestros sueños, murieron algún día
porque al perder el Norte , ya no hay ensoñación.

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Tan sólo en el cortejo de la existencia humana,
le acompaña el silencio de las horas de ayer
en que las madrugadas sabían a esperanza,
sabían a paciencia cual sol de atardecer.

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Sólo quedan recuerdos de las horas benditas
que tejían la historia en tardes de arrebol;
sólo nos acompañan los trinos olvidados
en la fúnebre marcha que acompasa el dolor.

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Me está doliendo el alma… sumida en desconsuelo,
por la patria abatida que sangra en desamor
me duelen las nostalgias del alma campesina,
Que no escucha con júbilo la voz del azadón.

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Sólo el réquiem retumba cargado de metrallas
como triste cosecha en los campos de ayer;
se murió la esperanza del alma campesina
porque al perder sus tierras se vieron fallecer.

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Me duelen las matronas de los hogares santos
que entonaban sus rezos desde el amanecer,
sus rosarios benditos se tornaron en llanto
por el hijo que nunca , jamás vieron volver

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Me duele la inocencia del niño Colombiano,
que se quedó guardada en los cuentos de ayer
ya no comen mortiños con la sonrisa alegre,
porque saben a espanto, les robaron su fe.

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Me duelen los hogares que cantaban con júbilo
el dulce padre nuestro y la oración por la paz,
porque hoy sólo los cubre el silencio del tiempo,
la indiferencia , el odio y la falta de hermandad.

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Me duele el repicar del campanario santo
que dobla sus campañas con notas de dolor,
me duele haber perdido la dicha y el encanto
de las horas benditas regaladas por Dios.

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Me dueles colombiano, con esa cruz a cuestas
buscando en cada paso la esperanza abrazar
revives el Viacrucis del peregrino santo
con un temor que impide que puedas avanzar.

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Y aunque me esté doliendo el alma de mi Patria
aunque los himnos sean sólo desolación
llevaré muy en alto como emblema infinito
la palabra de Cristo que es canto y bendición.
No dejaré que muera la voz de la esperanza
por muy cruel que parezca el duro batallar
iré por los caminos regalando alabanza,
sembrando en un suspiro, la Paz, sin descansar

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Autora: Dora María Cárdenas M