Al saludar al sol y
reconocer las bendiciones de un universo abundante,
mi corazón se emociona
y se llena de gratitud.
Me maravillo
por la inmensidad de la provisión divina.
Siento agradecimiento por las muchas maneras
en que mi vida es enriquecida:
relaciones personales amorosas,
un ambiente que me apoya y
medios para expresar y compartir
mis dones dados por Dios.
A medida que utilizo mis dones
para tocar la vida de los demás,
recibo aún más bendiciones.
Cuando comparto la abundancia que viene a mí,
abro un canal para recibir una mayor prosperidad.
¡Mi aprecio por las bendiciones de Dios
aumenta día a día!
"Se maravillará y ensanchará tu corazón
porque se habrá vuelto a ti la abundancia del mar"
(Isaías 60:5)