En el día de la alegría de la Torah,
los alumnos de Baal-Shem
lo festejaban bebiendo el vino del maestro.
La mujer del rabino protestó: "Si se beben el vino no quedará nada para la santificación" dijo "Pues acaba la fiesta" respondió el rabino. La mujer se dirigió a la sala donde los alumnos bebían.
Pero en cuanto abrió la puerta cambió de idea y volvió a su marido. "¿Por qué no has hecho nada?"
preguntó Baal-Shem. " Porque bailaban, cantaban y se alegraban de vivir",
respondió la mujer.
"No tuve valor".
"Has entendido todo:
es así que Dios recibe la gratitud de sus fieles,
viendo que están contentos.
Vuelve y sírveles más vino", concluyó él.
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