Se acercó una paloma a beber
agua de un charco. Un perro, que
observaba la escena tranquilamente
desde la puerta de su casa, exclamó:
- ¡Puaj, qué asco!, no sé cómo puedes beber un agua tan sucia.
A mí me la dan directamente del grifo.
- Pues a mí nadie me da nada - contestó la paloma -,
así que tengo que buscarme la vida.
Moraleja: Valora todo
lo que das por hecho,
pues nunca se sabe si lo tendrás para siempre.