El desapego genera alegría.
No es el desapego falso y frío, sino algo cálido y amoroso.
Imagínate asistiendo una película:
ves todo, pero no eres parte de lo que ves;
tu decides cuando llorar o reír,
cuando sufrir o disfrutar.
Al mirar el mundo alrededor nuestro,
es necesario que, muchas veces,
seamos solamente espectadores de una gran obra.
Es necesario decidir sobre nuestros propios sentimientos,
que queremos sentir y expresar a los otros.
Naturalmente, viviremos la vida de una mejor manera.
D/A
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