ME ABRACÉ TAN FUERTE...
“Me abracé tan fuerte…
que volví a florecer”
Me abracé con
tanta fuerza
que sentí cómo el pecho
soltaba un crujido dulce,
como cuando un capullo
se abre bajo el sol.
El abrazo era mío
y a la vez de todos
mis sueños olvidados:
un refugio pequeño donde
las dudas se deshicieron,
igual que hielo en agua tibia.
En ese apretón descubrí
que el cariño propio
funciona como abono:
nutre cada rincón seco,
despierta colores dormidos
y hace brotar nuevas
hojas de esperanza.
No necesitaba prisa ni aplausos,
solo quedarme allí,
escuchando el latido que
marcaba el ritmo de mi renacer.
Cuando solté los brazos,
el mundo me pareció distinto:
había más luz, más aroma,
más ganas de seguir creciendo.
Me abracé tan fuerte…
que volví a florecer.
D/A
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