He oído una historia de dos hombres
que se perdieron en el bosque
una noche muy oscura.
Era un bosque muy peligroso,
lleno de animales salvajes,
muy denso y rodeado de oscuridad.
Uno de los hombres era un filósofo
y el otro era un místico.
De repente estalló una tormenta,
las nubes se abrían
y había grandes relámpagos.
El filósofo miraba al cielo,
el místico mantenía la vista en el camino.
En ese momento hubo un relámpago
y el sendero se iluminó delante de ellos.
El filósofo miró al relámpago y se preguntó:
“¿Qué está pasando?”, perdiendo así el camino.
Si estás perdido en un bosque
aún más denso que el de esta historia.
La noche es más oscura.
A veces viene un relámpago:
debes mirar al sendero.
No me mires a mí, mira al sendero.
Si me miras a mí, perderás tu oportunidad,
porque el relámpago no se volverá a repetir.
Sólo dura un momento,
y los momentos en los que la eternidad
penetra en el tiempo son muy escasos;
son como relámpagos.
Y cuando empieces a vivir,
las cosas ordinarias adquieren
una belleza extraordinaria.
Cosas pequeñas
-la vida consiste en cosas pequeñas-
pero cuando les aportas la cualidad
de un amor intenso y apasionado
se transforman, se vuelven luminosas.
Osho