Soy de esas almas que
no saben maquillarse el alma.
Mi rostro no miente, mi mirada no negocia,
mi silencio no es indiferencia: es dignidad.
No nací para fingir emociones
ni para complacer expectativas
ajenas con sonrisas prestadas.
La alegría me ilumina sin aviso,
la tristeza me desborda como río sin cauce.
No sé disimular lo que duele ni
esconder lo que arde;
lo que siento, lo siento entero.
No soy experta en hipocresías.
Soy transparente incluso cuando duele.
Y en un mundo que premia
las máscaras y teme la verdad emocional,
mi honestidad se vuelve casi una rebelión.
Pero elijo seguir siendo así:
una verdad que no teme ser sentida,
aunque incomode a quienes
solo saben aparentar.
Créditos:Psic Clara Aguiar Batiz_