«¿Cómo podéis acudir a Dios para pedirle
que tenga consideración con vuestros defectos,
si tenéis la costumbre
de castigar a vuestros hermanos
por ser culpables
de esas mismas debilidades humanas?
Os lo digo a todos:
Habéis recibido generosamente
las cosas buenas del reino;
dad pues generosamente
a vuestros compañeros de la tierra.»
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