Quieres meditar pero no sabes
cómo dominar tu pensamiento.
Supón que quieres detener un caballo al galope:
si te pones ante él, te aplastará;
debes, pues, correr con él y,
tomándolo por la rienda o por la crin, sujetarlo...
Ocurre lo mismo con el pensamiento.
Si quieres detener su curso bruscamente para
concentrarte sobre un tema concreto,
el pensamiento,
que está corriendo, no se detendrá,
y si insistes demasiado,
solo conseguiréis bloquear tu cerebro.
Para concentrarte,
en primer lugar debes domar el caballo
desbocado que existe en ti,
y para domarlo,
intenta primero no enfrentarte con él;
de lo contrario, será tu sistema nervioso
el que recibirá una sacudida.
Deja, pues,
que ese caballo corra un poco,
y, cuando sientas que ya ha brincado
lo suficiente de un
lado a otro y que ya no desconfía,
salta sobre su lomo y
condúcelo en la dirección que hayas elegido.
|