Que la presencia de Dios nunca me falte
Amada divinidad, que tu presencia
nunca se aparte de mi camino.
Que seas mi guía en los días de duda,
mi refugio en los momentos de dolor
y mi luz en cada amanecer.
Cuando el miedo toque mi puerta,
que me encuentre abrazada por tu paz.
Cuando las fuerzas parezcan irse,
que tu amor me sostenga y me recuerde que no estoy sola.
Bendice mi mente, mi corazón y mis pasos.
Que en cada decisión esté tu sabiduría,
y en cada respiro, tu aliento divino.
Que la presencia de Dios
no me falte jamás,
porque cuando Él habita en mí,
nada me falta.
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