Lo mejor de mí

Mis logros y fracasos no son anotados en un tablero gigante.

Mas tal vez me sienta inclinado a compararme con los demás.

Al dejar de juzgarme y comenzar a apreciar mis esfuerzos y talentos, la carga de dicha demanda se desvanece.

Cuando me veo como Dios me ve, aprecio que soy sano y perfecto.

 Al adoptar este punto de vista soy liberado de la garra de mi ego.

 Sé que hago y que soy lo mejor que puedo.

 Al elegir enfocar mi atención en lo edificante, mi vida se hace más fácil y placentera.

 Avanzo en vez de entorpecer mi camino.

Creo la vida que deseo, tomo más conciencia de mis bendiciones y vivo con gozo.

Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas,

 será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.  —Lucas 11:36