La Tierra arde de dolor,
energía maltratada,
desparramada,
rota y manipulada
por una élite que no confía,
en las propias leyes
de la Madre Naturaleza.
Nuestros océanos lloran
y gritan sus ballenas
un llanto amargo y negro
cubriendo las olas.
Los bosques de fuego
se hunden en cenizas.
Sus hadas y duendes
corren despavoridos
entre la doliente maleza,
por ríos de sangre
y árboles muertos.
Queda poco tiempo
para que levantemos
nuestras cabezas y juntos
salvemos el planeta azul,
que nos ha dado la vida.
Micaela Serrano Quesada
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