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HISTORIA DE MONTEVIEJO: MONTEVIEJO parte 3
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: CONDUDA  (Mensaje original) Enviado: 28/05/2018 19:01
 
 
 
 
 
 
 
       
 
Capitulo XIII
 

Al acercarse, cual fue su sorpresa, no era una doncella, era el mismísimo fantasma, que con la mirada perdida, veía a través de los cristales el horizonte y el paisaje, el balanceo de las ramas por el suave viento. En su rostro se veía una gran tristeza y como sumido en una gran depresión era tal grado que la propia señorita que habia tenido la intención de salir corriendo se le quedo mirando, sentía como algo en ella le llamaba a hablarle, saber de él.
 
Asombrado el fantasma del acercamiento por parte de Elizabeth simplemente le sonrío, a lo que ella le correspondío con otra sonrisa y preguntando: lo veo triste abatido, hace días que no sabemos de Usted, es más, pensábamos que había desaparecido, y siguió en su curiosidad preguntando:
 
¿Como se llama usted ¿tendrá un nombre....
 
Él sorprendido y al mismo tiempo alegre de este dialogo le contesto: Hilario de Montenegro, señor de Merbejo, hijo de la segunda dinastía del Marqués de Montenegro, hoy herrante y condenado arrastrar ruidosamente mis cadenas oxidadas por el tiempo.
 
Elizabeth tomo asiento, y sintío una paz enorme, algo había transformado de la charla amena que se había iniciado, el fantasma vio que la querida niña tenia sangre en la pierna y el vestido roto, a lo que le pregunto qué había pasado, como algo preocupado o interesado por ella. Vaya, corra a curar esa herida, no sea que se le infecte. ¡No, no es nada, es un simple rasguño que me hice al saltar un seto! ella no quería salir, pues había conseguido estar cerca del fantasma y entablar una conversación con él, tenía que aprobechar esta ocasión que quizás sería irrepetible, así pues continuo muy hábilmente y a fin de atraer su cariño, -cariño que tenia aun si ella saberlo-.
 
Le importa que le llame por su nombre "Hilario"?, -No, en absoluto, contesto él, bien dijo ella, sabe usted de los comentarios que desde el primer día supimos de usted. Igualmente sabe que nadie ha querido venir a trabajar del pueblo como personal de servicio, que incluso el Marqués de Montenegro ha tenido que vender su casa familiar por motivos y hechos acaecidos aquí, todo por su culpa. Hablan que usted asesinó a una de sus invitadas en la Biblioteca, de ahí esas manchas de sangre, incluso que usted asesinó a su esposa. Las layendas y comentarios sobre usted Hilario son numerosos y ninguno agradable.
 
A lo que Hilario contestó: Mi querida niña, no son exactamente así los hechos, ni las historias, las transformaron y las mal intencionaron, es larga esa historia pero lo que sí es verdad, que yo estoy en desgracia, replicó con petulancía, son asuntos familiares y aunque en parte soy yo culpable, otras fueron por desgracia obra del destino y de honor.  
 
Sí pero matar a alguien no es un honor contestó ella. No, matar no es un honor, pero hay veces que se mata para guardar uno su honor. Elizabeth no entendía y su aire angelical dejaba a Hilario en la más absoluta indefensión.
 
Hilario esta oyendo lo que nadie jamás había osado decirle, le estaban juzgando, le estaban reprimiendo, llamándole la atención. Al Señor de Merbejo  y Marqués de Montenegro, queriendo asumir nuevamente su papel de fantasma y sin ver que quien tenía delante era la señorita Elizabeth de un GRITO fuerte dijo ¡BASTA! jamás permití a nadie manchar mi honor, ni dejé a nadie decir groseras palabras y vulgares, ni insultos, es mi honor el que está en juego.
 
Ella armada de valor NO ¡BASTA! tú no mas intimidaciones y dando una patada en el suelo es Usted el grosero y un malvado individuo, el que transforma su imagen cuando quiere y cuando le viene en gana, tieme grandes habilidades para ello y las usa a tal fin, puede transformarse en el más feroz de los animales y horrorosos o en cualquier personaje, tiene el don de poder poner o quitar la mancha del salón a su antojo.
 
Pintar deprimentes escenas, despúes de dicho todo esto Elizabeth se dio media vuelta marchándose a su dormitorio ante la mirada atónita de Hilario. No podía creer él lo que había sucedido.
 
Al llegar ella a su habitación entre sollozos se tumbo en la cama, sin dar crédito ella misma del valor que había tenido de enfrentarse a Hilario, no habría pasado por su imaginación tal actitud, se recostó en la cama y se quedo dormida.
 
Al cabo de una hora Elizabeth se despertó y en el sillón se su habitación vio sentado a Hilario como la miraba, cosa que la disgusto diciéndole: podría haber Usted llamado, podría estar yo en un estado no presentable íntimamente, cree que se entra en una habitación de una señorita de esta forma sin llamar? Usted que alardea de buenos modales, de una educación refinada. Él contesta: me siento tan mal querida niña que ni me percate en ello, hoy no soy nada de lo que era, me encuentro confundido, soy una nube que toma forma si cuerpo ni espítu ni alma.Vuestro padre me disparó una bala que me atravesó la cabeza y veis que sigo aquí, podrías coger una daga o un sable y partirme en dos, seguiría siendo lo mismo, el sable atravesaría mi cuerpo, soy el fruto de una pesadilla, de una maldición a vivir eternamente en este cascaron de aire hueco.
 
Los ojos de Elizabeth parecían dos luceros, brillaban de la forma de oír a Hilario de tal forma que estaba a punto de dejar escapar una lagrima, la que resbaló por su mejilla, ella ocultando su rostro con sus manos. Hilario le dijo NO pequeña, deja caer esa lagrima, son fruto de tus sentimientos, deja que germine sobre el suelo de este castillo, que jamás hubo nada tan hermoso como un sentimiento un corazón dolorido.
 
 
Capitulo IVX
 
 
Paso el día y al llegar la noche, antes de acudir a cenar, reunidos todos en la biblioteca, Elizabeth vio como la mancha de sangre había desaparecido totalmente. Vespucio de se quedó mirandola le dijo ya veo que te has dado cuenta tu tambien, reconocerás que mis esfuerzos tuvieron su reconpensa, ya no salen gracias a mi constancia y produztos que apliqué.
 
La Sra. Williams estaba inmersa en sus lecturas de sus libros de parasicología.
 
El Sr. Wuiliams a parte de alguna resvista de la comarca relativo a la caza, tenía tambíen un libro de escritores famosos españoles, todos muy metidos en lectura por lo que la Srta. Elizabeth viendo a todos en sus ocupaciones optó por no contar nada de lo que le había pasado con Hilario ni tan siquiera diría que ya conocia su nombre, sería su gran secreto.
 
La doncella cuando sonó en el gran reloj la nueve en punto, como si se tratara de la más extricta puntualidad inglesa, anuncio: "la cena esta servida" A lo que todos se levantaron acudiendo al comedor, la cena se desarrolló sin nada extraordinario que comentar, una vez terminada pasaron nuevamente a la biblioteca y en la sobremesa se comentaron cosas que habían hecho durante el día. Pero Elizabeth no hizo mención alguna sobre Hilario, soló habló de su salida a pasear, de su rasguño en la pierna y del pequeño desgarro en el vestido
 
Pasaron ya varios días y llego el día catorce, la Sra. Williams despertó algo nerviosa, estaba preocupada con la cena de la noche y no quería que nada estuviera fuera de lugar. Anduvo todo el día del comedor a la cocina, de la cocina al comedor, pasando por la salita y mirando milimétricamente cada detalle como si de una obra de tratro se tratara.
 
Todos los actores y el decorado tenían que estar perfectos para tener el éxito y los aplausos al terminar la misma.
 
Se serviría de la siguiente forma: el aperitivo antes de la cena en una salita que acondicionó a tal fin poniendo cigarrillos, caramelos, bombones, algo de picoteo, y frutos secos. En la mesa del comedor puso unos candelabros de plata con sus velas blancas correspondientes; unos jarrones de flores, un precioso mantes de hilo y encaje hecho a bolillos. La cubertería con el escudo de armas de los Marqueses de Monteviejo, cubertería de plata y con el mango bañado en oro, regalo del Marques en la venta del castillo.
 
Llamo a la Sra. Martín para darle las ultimas explicaciones, cómo tenía que colocar a los invitados, a la derecha de la señora el Sr. Alcalde, a su izquierda el Jefe de Policia, enfrente estaría su esposo teniendo en su derecha a la esposa del Sr. Alcalde, a la izquierda la del Jefe de Policia, después habrían dos invitados más y en las esquinas la señorita Elizabeth y Vespucio. Cómo tendría que servir la mesa y terminando por decirles que antes de poner el postre pusiera un bool con agua, unos pétalos de rosa y un trozo de limón, con el fin de que los invitados se lavaran las manos, la Sra. Martín la escuchó y cuando terminó , como algo ofendida le dijo: Sra. llevo quince años en este trabajo y sé perfectamente mis obligaciones, no se preocupe Usted que todo saldrá perfecto. Sí contesto la Sra. Williams, no dudo de su enteder, esque me encuentro tan nerviosa que no desearia que nada saliera mal. (Entre sus adentros se hizo esta reflexión: "qué carácter tienen estos españoles").
 
 
Capitulo XV  
 
 
Llegada las ocho treinta sonó la puerta y llegaron los dos primeros invitados, El Sr. Alcalde y el Jefe de Policía con sus respectivas esposas, haciéndolos pasar el mayordomo a la salita acondicionada a tal fin, ofreciéndoles un aperitivo.
 
En ese momento bajaba la Sra. Williams por la escalera, parecía que radiaba luz, era hermosa inmensamente hermosa, esos rasgos latinos su piel color bronce, sus labios carnosos, su pelo negro recogido en un moño con una hebilla al pelo de brillantes realzaban su belleza, su cuerpo esbelto al estilo ingles era un cruce de algo envidioso y deseado de ver.
 
Una vez tomado el aperitivo el mayordomo les anuncio: "la cena está servida", pasando todos al comedor y tomando asiento a medida que los hiba colocando el mayordomo.
 
De primer plato se sirvió salmón ahumado con limón, unas lochas de jamón ibérico y unos tacos de queso manchego bien curado. El segundo plato una pierna de jabalí al horno como guarnición de guisantes judías verdes y zanahorias rehogadas. De postre un rico pastel de castañas con una crema inglesa.
 
Se habló en la mesa de todo un poco, pero el eje principal de la conversación lo llevo el Sr. Williams a la caza, la rica pierna que se habían comido era producto de la caza que hizo dos días antes. Se habló también de la situación política mundial y nacional, de las actividades de Montenegro, de su futuro inmediato, las señoras cruzaban sus charlas referentes a la moda de la época, de los sombreros de pamela y muy ligeramente la Sra. Williams nombró algo muy por encima de Parasicología, a lo que las demás invitadas no contestaron por ser un tema algunas veces molesto para ciertas formas de pensar.
 
Llegaron nuevamente a la pequeña sala de estar y el Sr. Williams les ofreció un rico puro habano, y algunos cigarrillos, tomaron una copa de coñac Napoleón acompañada por un rico café de Colombia.
 
Finalmente y no pudiendo aguantar más, el Jefe de Policía saco a relucir el asunto del fantasma. Se está comentando que no es ya esta casa lo que era y la fama que tenía no la hay, que no hay ruidos raros, ni hechos extraordinarios, incluso que el supuesto fantasma ha desaparecido. El Sr. Williams con un gesto afirmativo con la cabeza dijo:
Así es, en los primeros días y meses se podía decir que sí han habido alguno problemas que yo sólo catalogaría  de isignificantes, nada importante, todo se solucionó con un pequeño bote de lubricante 3x1, a lo que el Sr. Alcalde y el Jefe de Policía no entendieron nada, mirándose ambos discretamente.
 
La velada terminó al curso de la media noche, algo ya cansados dijeron: bueno Srs. creo que es hora de empezar a despedirse, dieron las gracias a los anfitriones de tan hermosa velada muy especialmente a la Sra Williams.
 
La Sra. Williams antes de retirarse a dormir felicito a la Sra. Martín por lo bien que todo habia salido, la Sra. Martín con una media reverencia le dio las gracias pidiendo permiso de retirada.
 
 
 
 
 
 
                    
 
 
 
 
 
 


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