*Las cuales, en efecto, desde días tan lejanos que el tiempo no puede ser siquiera medido en años, han visto el continuo paso de diferentes generaciones provenientes de un linaje de sabios y guerreros que optó por censurarse a sí mismo de la historia universal del Hombre  en pos de proteger los más grandes secretos de la mente y el cosmos. Siendo uno de ellos, el tan mencionado arte de la creación y reparación de las sagradas indumentarias ligadas a las 88 constelaciones del firmamento que protegen a una única Diosa y a su ideal: La justicia. Así pues, la atención que permanece fijada en el horizonte permite apreciar cada detalle del sol, conforme se eleva, pálido y frio, por sobre las estribaciones montañosas proyectando rayos oblicuos a través de una tenue niebla que se disipa paulatinamente, facilitando entonces la distante visión de un  estrecho pero accidentado y largo camino que termina en las afueras de una emblemática construcción arquitectónica; erguida con imponencia sobre lo alto del valle escondido: Thien Mu, la mítica torre, sede de los antiguos sabios que dan lectura al conocimiento encriptado en los astros… En su interior, una débil y casi imperceptible presencia se torna cada vez notoria, como un pensamiento que va tomando forma corpórea salida desde el ambiente mismo…*