**El rugido del Griffón de Ptolomea, inequívoco llamado a sus tropas, expelido de las entrañas del infierno mismo como un eco estruendoso, se vuelve una onda expansiva que viaja por todos los rincones del planeta. Es un demandante grito de guerra que hace vibrar la tierra, enfurece los mares y arremete contra los vientos que transportan su mensaje convertido en un aullido fantasmal, capaz de atemorizar a los todos los seres vivos.
Es este viento mensajero el que corre con ímpetu chillando desesperado cual proyección espectral mientras se arroja fúrico contra un largo y hermoso cabello blanco. El dueño puede sentir como su abundante cabellera es ondeada con violencia por este vendaval de características poco naturales. Él es uno de esos seres privilegiados que comprende el mensaje en aquel aire congelado que le corta la piel, en aquel áspero alarido, un mensaje proveniente del ser más poderoso en toda la tierra. Un mensaje que había estado esperando.

Aquella ráfaga se aleja de los cabellos blanquecinos que caen enmarcando un níveo rostro de ojos violetas. Un rareza en cualquier ser humano, una marca, una maldición que pesa sobre este hombre cuyo destino es servir al Dios de los Muertos, ofreciendo su vida al sempiterno primer Juez del Inframundo.

El escandinavo de níveas facciones se levanta mostrando en toda su altura la toga enegrecida que le viste y emerge su mano pálida cual si muerta de entre la tela, para cerrar un libro de gran volumen que hasta este momento se encontraba leyendo. Un éxtasis indescriptible recorre todo su cuerpo. Una emoción imperceptible al exterior. Al fin podrá verlo de nuevo y tenerlo en sus manos “El Libro”. Ésta, como en todas las eras, entregará en aras de su lealtad, a su verdugo y redentor, aquello que aprecia más que a su vida, aquello que es más útil que la simple sangre de soldados rasos, aquello invaluable, único, algo que a él y solo a él le fue entregado desde el día mismo de su maldito nacimiento.

El poder excelso y absoluto del conocimiento, de la sabiduría, la erudición.

La mano aún colocada sobre el texto recién cerrado que ahora parece insulso, aburrido. Ninguna lectura humana podrá jamás compararse con "El Libro"

Este personaje, amo absoluto del silencio perpetuo no había pronunciado palabra, solo sus ojos fijos en el horizonte le traicionaban dejando asomar sus más profundas emociones. Aquel terror irónicamente combinado con el ansia de saber que su señor ha vuelto y exige su presencia, saber que el tiempo ha llegado y podrá volver a sentir la adrenalina correr por su cuerpo. El único instante en que se siente vivo, paradójicamente es al estar muerto; condenado al servicio de aquel al que agradece el don de poder saberlo todo, aquel galardón que le entrega confiado en cada ocasión a él y solo a él. Su redentor y también su verdugo. Que lo salva de la ignorancia y lo forza a las tinieblas cada vez que le cede el control absoluto de "El Libro"

"El libro" es su cadena y su libertad, ya no le importa su vida ni postrarse una vez más ante Él, ni sentenciar su alma a la voluntad de Él porque es Él a quien debe todo su ser, Él lo hizo ser quien es.

-Minos-sama...-

Musita Lune, rompiendo sin quererlo su voto de silencio. Lune quien ufano renace una vez más, maldito por la misma estrella: La Estrella de la Sabiduría. Lune, quien es presa y aliado. Lune, quien está siempre vigilado y a la vez protegido por la despiadada bestia de Balrog **