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No despreciemos a nuestros ancianos como aguas
pasadas que ya mueven molinos.
Pensemos, en los muchos molinos que ya movieron
y que uno de esos somos nosotros.
En mí, aún muchas de sus aguas pasadas mueven
molinos porque dejaron regadas las flores de mi
camino.
Ellos como el otoño ya no tienen más lluvias
porque ya derramaron todas sus nubes sobre
los cimientos de la primavera y sobre los
frutos del verano.
Que este regalo de día se convierta para ustedes
en unos de los más bellos y con
grandes bendiciones.
Irmelena...
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