El cielo se cubria con un sol rojiso, como si batisinara las olas de sangre que se derramarían este día.
El aire era denso, la tensión de los soldados espesaba el ambiente del campo frente a las puertas de Siron; del este, un viento calido se llevaba las gotas de sudor que brotaban de los hombres en sus armaduras.
Un soldado empuñaba su lanza tan firmemente que sus manos entumecidas habían perdido su sensibilidad, al mismo tiempo pensaba en los suyos que se refugiaban tras los muros que protege -mi mujer y mis hijos no serán esclavos de estos moustros- se repetía una y otra vez. Pobre iluso. Estos moustros no buscan esclavizar.... buscan destruir. -Siron tuvo la osadía de resistir y ahora debe pagar- era la consigna de Larmakrein, una frase que pronunció su amo en calidad de orden, su mente poseída y despiadadamente corrompida no tenía intensiones de dejar sobrevivientes en aquella ciudad.
Larmakrein fue el primer guerrero engendrado en los laboratorios de Frosson, su cuerpo tomado de carne muerta con un implante de cerebro vivo, una abominable criatura capaz de pensar estretégicamente, concebido para el mando, el perfecto soldado, sin temor a la muerte porque es la muerte andante; armado hasta los dientes tiene la fuerza de 10 hombres y aunque el olor que despide su cuerpo es suficiente para alejar a cualquier valiente, su verdadero poder radica en la protección mágica que su amo infundió en él; lo cual; lo hace practicamente invulnerable.
Otros engendros conforman las tropas nauceabundas de Frosson, criaturas creadas de la carroña, de experimentos necromágicos producto de una imaginacion de lo mas perversa, además de soldados que aún portan sus armaduras y armas que llevaban el día mismo en que murieron y que ahora caminan animados por una fuerza que está mas allá de este mundo. Cualquiera diría que se trata en algunos casos de un ejército convencional, pero a medida que avanzaban los defensores de Siron veían como sus mas atroces pesadillas venían hacia ellos dispuestos a aniquilarlos.
La tierra temblaba cruelmente como queriendo derribar los altos muros que aún imponentes se levantaban detrás de los valientes. Caballos y armaduras dirigian el ritmo del suelo que danzaba energicamente. En eso a solo un par de metros de sistancia entre ambos ejércitos todo enmudeció, el cielo se aclaró como dando luz a las tropas que se miraron el rostro nítidamente; este silencio de solo un par de segundos fue el preambulo de gritos valerosos y otros siniestros que se encontraron a toda velocidad estrellandose en medio del choque de espadas, lanzas y escudos.
Que fue lo que empezó, la batalla o la masacre?
Sir Lyoness
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