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Poesía: ORIENTAL
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: elopolis  (Mensaje original) Enviado: 01/11/2017 08:52

Oriental

Corriendo van por la vega,

a las puertas de Granada,

hasta cuarenta gomeles            

y el capitán que los manda.

Al entrar en la ciudad,  

parando su yegua blanca,

dijo éste a una mujer

que entre sus brazos lloraba:

  _ Enjuga el llanto, cristiana,

no me atormentes así,

que tengo yo, mi sultana, 

un nuevo Edén para ti.                 

 Tengo un palacio en Granada,

tengo jardines y flores,

tengo una fuente dorada

con más de cien surtidores.

Y en la vega del Genil

tengo parda fortaleza,

que será reina entre mil

cuando encierre tu belleza.

Y sobre toda una orilla

extiendo mi señorío;

ni en Córdoba ni en Sevilla     

hay un parque como el mío.

Allí la altiva palmera

y el encendido granado,

junto a la frondosa higuera

cubren el valle y collado.

  Allí el robusto nogal,

allí el nópalo amarillo;

allí el sombrío moral

crecen al pie del castillo.

Y olmos tengo en mi alameda

que hasta el cielo se levantan,

y en redes de plata y seda

tengo pájaros que cantan.

Y tú mi sultana eres;

que, desiertos mis salones,

está mi harén sin mujeres,

mis oídos sin canciones.

Yo te daré terciopelos

y perfumes orientales,

de Grecia te traeré velos,

y de Cachemira chales.

Y te daré blancas plumas

para que adornes tu frente,

más blancas que las espumas

de nuestros mares de Oriente;

Y perlas para el cabello,

y baños para el calor,

y collares para el cuello;

para los labios.... ¡amor!-

   _ ¿Qué me valen tus riquezas

_ respondiole la cristiana _

si me quitas a mi padre,

mis amigos y mis damas?               

Vuélveme, vuélveme, moro,

a mi padre y a mi patria,

que mis torres de León

valen más que tu Granada.

 

Escuchola en paz el moro,

y manoseando su barba,

dijo, como quien medita,

en la mejilla una lágrima:

  _ Si tus castillos mejores

que nuestros jardines son,

y son más bellas tus flores,

por ser tuyas, en León,

y tú diste tus amores

a alguno de tus guerreros,

hurí del Edén, no llores,

vete con tus caballeros.

Y dándole su caballo

y la mitad de su guardia,

el capitán de los moros

volvió en silencio la espalda.

 



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