¿Cuáles son las obligaciones que solemos dejar para otro día?  Pagar facturas, pagar impuestos, limpiar la casa, etc.  A veces nos decimos que nos gusta hacerlas cuando ya no hay más remedios; es como si, al aplazarlas y hacerlas urgentes, acabáramos por reunir la energía que necesitamos para actuar.  Sin embargo, el aplazamiento nos atormenta y es el origen de una gran parte de nuestra ansiedad.  Tengamos en cuenta que al cuerpo no le gusta trabajar sometido a esas tentaciones.
 
Piensa en las cosas que has aplazado en tu vida y pregúntate por qué ¿son poco agradables o es que carecen de sentido para ti?  Todo aplazamiento tiene un motivo; si lo abordáramos, en vez de exponernos a la angustia del remordimiento que produce tener algo pendiente, quizá podríamos averiguar qué aspectos de nuestra vida nos empujan a ese espiral de aplazamientos continuos.