Desde hace días, vengo notando que mi plumón empezó a caer. Percibo como se desprende con lentitud.

Una a una, pelusas van flotando por el aire en cámara lenta.

Corazón en conflicto, me divido entre el deseo de volar y el miedo de caer.

Quiero dejar mi lúgubre nido de pájaro huérfano, que se alimenta de la nada, sin tener a alguien que le dé calor en las noches frías.

Es difícil entender como la soledad interior me ha permitido sobrevivir hasta aqui.

Desconfiada, espío de reojo la extraña mutación.

Veo que, en el lugar del plumón, están naciendo plumas fuertes, invitándome a salir en busca de la libertad.

Al verlas, el miedo se apodera de mi: "¿Y si no logro volar y me despedazo en el suelo?- pienso, angustiada.

 Después de todo, no aguantaría una caída así. Nunca más lo intentaría.

Moriría triste y solitaria en mi oscuro abrigo de melancolías.

Pero algo me dice que la tempestad está pasando, ¡Que es tiempo de recomenzar!

Siento que estoy, poco a poco, fortaleciéndome.

Muy lentamente, entre altas y bajas, ya consigo observar alguna diferencia.

Uno de éstos días, cuando menos lo espere,me encontraré sobrevolando muy por encima de mis angustias y fobias.

Estaré llena de esperanza al ver que, viéndolas desde lo alto, se volvieron tan pequeñas que no me dominan más.