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CATEQUESIS: ¿COMO HACER ORACION?
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Respuesta  Mensaje 1 de 6 en el tema 
De: Atlantida  (Mensaje original) Enviado: 04/02/2024 00:58
Dificultades en la oración.

Siempre tendremos dificultades en la oración. Sólo debemos aceptarlas. Los santos lo experimentaron, el catecismo lo enseña y la teología lo confirma. Tenemos dos tipos de dificultades que se deben al tipo de amistad que tenemos con Cristo.



  1. Primero, la amistad con Cristo se basa en la fe. No podemos hablar con Jesús como cuando llamamos a un amigo por teléfono. Él siempre está con nosotros, pero el acercarte y entrar en su presencia pasa por la fe. La fe es una virtud. Esto significa que debe desarrollarse. Mientras menos desarrollada esté, más esfuerzo conlleva acercarnos a la presencia de Dios. Muchos cristianos, hoy en día, tienen una fe poco desarrollada. Hemos sido contaminados por una cultura que busca lo tangible (“No creeré hasta que un estudio científico lo diga”) y que busca realzar los sentimientos sobre la razón (“¡Cómo ya no siento amor, nos divorciarnos!”). Ambas actitudes debilitan la fe. Esta fe es tan pobre, que hace de Cristo una figura borrosa y distante, como el sol aparece borroso y distante cuando nos ponemos unas gafas de sol. Por esto, nuestra habilidad para orar disminuye. ¿Verdad que no es difícil distraerse cuando vemos una película? Podemos mantener la atención en la trama por al menos dos horas sin ningún esfuerzo. En contraste, ¿qué sucede en esos quince minutos que dedicamos a la oración? ¿Cuál es la diferencia? Tener un contacto con Dios requiere fe, pues “caminamos en fe y no en visión” (2 Cor. 5, 7). Requiere un esfuerzo “con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tus fuerzas” (Mc. 12, 30) para poner en sintonía tu naturaleza caída (que tiende a buscar su felicidad en las cosas de la tierra) con las verdades sublimes que Dios ha revelado a través de su Iglesia y sus enseñanzas.
  2. Segundo, nuestra amistad con Dios es única. No solo porque pasa a través de la fe, sino porque dos amigos nunca son iguales. Cristo no es solo tu amigo; Él es tu Creador, tu Redentor y tu Señor. Él lo conoce todo y lo ama todo, y trata de llevarte por el camino estrecho para alcanzar la madurez cristiana. Tu relación con Él requiere de cierta docilidad. Docilidad que exige abnegación. Acordémonos que el bautismo nos devolvió la gracia ante Dios, pero no nos quitó la concupiscencia, es decir, nuestras tendencias desordenadas (la arrogancia, la vanidad, el egoísmo, la lujuria, la avaricia, la vagancia) que heredamos del pecado original. Ser dócil cuesta. Muchas veces el Buen Pastor nos lleva por el camino que no queremos seguir, o nos empuja a continuar nuestro camino, cuando lo que deseamos es sentarnos y descansar, o no nos deja tomar de esa fuente espiritual que tanto deseamos. Esta lucha de voluntades, la tuya y la de Dios, hace de la oración una batalla constante.


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Respuesta  Mensaje 2 de 6 en el tema 
De: Atlantida Enviado: 04/02/2024 01:05
Paso 2- La consideración

  1. Ya que hemos controlado el bullicio de nuestro día a día en la concentración, ahora, estaremos listos para escuchar ese mensaje que Dios quiere darnos a conocer el día de hoy. Aquí tomamos un tiempo para hacer una reflexión profunda en la palabra de Dios, usualmente en aquella palabra que se encuentran en las Escrituras; aunque puede utilizarse cualquier otro libro de espiritualidad, vida u obras de santos, documentos de la Iglesia e incluso, obras de artes religiosas para nuestra consideración. Con el tiempo, y con la ayuda de nuestro confesor o director espiritual, podremos encontrar ese material que nos beneficiará mejoren nuestra vida espiritual.
  2. Durante esta etapa, leemos lentamente y concienzudamente el texto que tenemos para nuestra meditación. Reflexionamos sobre el texto; examinamos el texto; profundizamos sobre el texto. Lo volvemos a leer una y otra vez, buscando encontrar qué Dios nos está diciendo en el aquí y ahora de nuestras vidas. Utilizamos toda nuestra mente: nuestro intelecto, nuestra imaginación y nuestra memoria. También, involucramos nuestras emociones, viendo que relación tiene ese pasaje que leemos con nuestra propia vida.
  3. Este tipo de consideración en la meditación difiere sustancialmente del estudio. El objetivo de la meditación no es necesariamente aprender una nueva verdad, sino darle la oportunidad a Dios para hacer que estas verdades calen profundamente en nuestra mente y en nuestro corazón. Considerar una verdad, envuelve entenderla con una mayor claridad, con una mayor profundidad. Pero también envuelve saborearla, observarla y dejarla asentar en nuestras vidas.
  4. Este paso puede ser un gran reto en esta época de los medios de comunicación. La mente humana es capaz de maravillarse, de contemplar y de reflexionar, pero cuando la principal fuente de información son los medios de comunicación, estas capacidades quedan atrofiadas. Los medios de comunicación solo estimulan la superficie de la mente, con un constante y rápido flujo de imágenes y de información que imposibilitan su profundización. La meditación provees respiro ante el frenesí de esta estimulación mental y da al alma la oportunidad de amar y ser amado en la intimidad de un abrazo espiritual.
  5. Así como al cuerpo humano le toma algún tiempo para digerir la comida y obtener sus beneficios nutricionales, el alma necesita tiempo para ser sanada, iluminada y fortalecida mediante las verdades que Dios ha revelado a través de Evangelio de Jesucristo. Así como toma un tiempo para que las plantas absorban los rayos del sol y puedan crecer y florecer, el alma necesita estar por momentos debajo de la luz de Cristo para que la gracia de Dios pueda purificarla, animarla y sanarla.

Respuesta  Mensaje 3 de 6 en el tema 
De: Atlantida Enviado: 04/02/2024 01:11
  1. Dios sabe cuáles son aquellas verdades necesarias para nuestra alma. Por ello, parte de la etapa de la consideración es saber buscarlas. Dios nos habla a través de susurros, no por medio de tormentas. Por ello, debemos proceder en nuestra meditación de manera calmada y suave, tratando de cazar aquello que Dios nos quiere decir. Este es uno de los grandes misterios de la meditación. Cristo el Buen Pasto nos guía a las verdes praderas y a las aguas refrescantes de su verdad y de su gracia, algunas veces de manera que el camino es fácil, otras veces, el camino es arduo y difícil. Habrán días, en que se nos hará fácil saborear la palabra de Dios. Pero habrán otros, que nuestra meditación solo será trabajo tras trabajo, buscando su palabra.
  2. Este ejercicio de buscar lo que Dios quiere decir a nuestra alma, convierten la meditación cristiana en una búsqueda: “La meditación es una búsqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo” (CIC 2723). Usualmente, mientras vamos leyendo y reflexionando en el tema de nuestra meditación, podemos detectar dónde el Espíritu Santo quiere que nos detengamos y profundizamos aun más, simplemente al darnos cuenta cómo reacciona nuestro corazón.
  3. En un jardín de hermosas flores y planta, tendemos a detenernos por más tiempo en aquella flor que consideramos más bella. En una galería de arte, ante varias obras de artes, nos detenemos en aquella que resuena más en nosotros, como si esa obra de arte estuviera hablándonos. Así es la meditación. Si hemos hecho el máximo para concentrarnos en Dios al momento del paso primero, el de la Concentración, al comenzar este paso segundo, cuando consideramos el material que tenemos para la meditación, habrá algo que siempre llamará nuestra atención; algo que saltará a nuestra vista, como si fuera señalado única y exclusivamente para cada uno de nosotros. Puede ser una frase del texto o alguna idea que salte a nuestra mente. Es la mano del Buen Pastor guiándonos. Es el Espíritu Santo llevándonos suavemente a ese alimento espiritual que nuestras almas necesitan.
  4. Si nada nos llama la atención, podemos intensificar nuestra consideración haciéndonos preguntas.
    • Por ejemplo, si estamos considerando un pasaje de los Evangelios, podemos meternos en la escena haciendo preguntas fáciles como: ¿Quién o quiénes se encuentran en la escena? ¿Cuáles son sus sentimientos, qué hacen y qué dicen? ¿Cuándo fue este evento? ¿Dónde  está sucediendo, cómo es el lugar? ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué sucede? ¿Cómo esta persona está reaccionando? En la medida que entremos más profundamente en la vida de la Palabra de Dios, el Espíritu Santo guiará nuestras mentes y corazones a aquello que Él quiere que consideremos. Cuando lo encontremos, no dudemos de saborearlo.
    • Otro enfoque que podemos utilizar es usar menos de la imaginación y más el razonamiento. Podemos considerar el material de la meditación haciéndonos preguntas analíticas: ¿Qué es lo que más me llama la atención de este pasaje? ¿Qué significado tiene? ¿Qué me dice acerca de Cristo, la Iglesia y del sentido de la vida? Y luego de considerar estas cosas a nivel abstracto, podemos considerarlas a un nivel más personal: ¿Qué significa esto para mi? ¿Qué me quiere decir Jesús en el aquí y ahora de mi vida? ¿Cómo esta verdad es relevante en mis luchas, en mi misión, en mi vocación, en mi vida espiritual, en mi amistad con Cristo y en mi viaje por la fe?

Respuesta  Mensaje 4 de 6 en el tema 
De: Atlantida Enviado: 04/02/2024 01:12
  1. Puede que nos tome la mayoría del tiempo dedicado a la meditación, en descubrir aquello que Dios quiere que consideremos. Ante esto, no debemos frustrados ni desanimarnos: durante esta búsqueda, estamos ejercitando las virtudes cristianas – fe en Dios, esperanza en su bondad, amor hacia Él, humildad y confianza en Él. Cuanto más difícil sea esta búsqueda, más virtudes son ejercitadas; el Espíritu Santo nos está dando un vigoroso entrenamiento en las virtudes. Dios sabe qué necesitamos y nos va guiando; Él es el Buen Pastor.
  2. Otras veces no encontraremos nada que nos llame la atención. En estos momentos Dios está haciendo su trabajo. Nunca dudemos de su presencia activa en la oración. Cuando no encontramos aquello para orar, en el material que hemos seleccionado para nuestra meditación, podemos libremente refugiarnos en nuestra imagen favorita de los Evangelios, o en aquella oración vocal favorita, o en aquel verso favorito – en otras palabras, volvamos a las aguas y a los verdes pastos que nos han alimentado en el pasado. Todo cristiano, que ha madurado en la oración, sabe que ha descubierto gradualmente aquello en los Evangelios que le provee de alimento a su alma.
  3. Otras veces sucederá que saltaran en nuestra alma muchos ideas para nuestra meditación y nos sentiremos abrumados. No debemos forzarnos. Tomemos una flor, una pintura, una idea a la vez y considerémosla hasta más no poder; hasta que nuestro corazón esté saturado. Luego nos movemos a la siguiente idea. Mientras la consideración de una idea continúe moviéndonos el corazón, no la soltemos; como si fuéramos una abeja, que no deja la flor hasta sacarle todo su néctar. Nunca podemos vernos forzados a movernos de una idea a otra, por el simple hecho de que debamos movernos. La oración es una conversación personal, no una mera operación de conectar todos los puntos.

Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: Atlantida Enviado: 04/02/2024 01:13

Paso 3: Conversar


  1. Precisamente porque la oración cristiana es interpersonal, la consideración de las verdades cristianas, nunca es algo pasivo. En este abrazo espiritual, cada uno de nosotros recibimos un algo y a su vez, damos un algo. En este abrazo de la oración, recibimos las verdades y la gracia de Dios, mientras nosotros damos nuestra personal respuesta. Tan pronto como una de estas verdades que estamos considerando tocan nuestro corazón, producirá una respuesta. Este es el corazón de la meditación.
  2. Si estamos considerando las maravillas de la creación de Dios, quizás no moveremos a responder con palabras o sentimientos de alabanza: ¡Qué grande eres, mi Dios! ¡Cuán hermoso debes de ser, si así de bella es tu creación!…
  3. Si estamos considerando la misericordia de Dios, podemos responder con contrición, remordimiento, o pesar por nuestros pecados: Tú eres tan bueno y generoso, tan paciente; por qué, mi Señor, soy tan lento en confiar en ti, por qué soy tan egoísta? Perdóname, Señor, una y mil veces más; por favor, perdóname. Sé que me has perdonado y que me perdonarás, pero aún así, sigo pidiéndote perdón, lo siento…
  4. Si estamos considerando los muchos beneficios que hemos recibido de parte de Dios, como la fe, nuestra familia, o la Eucaristía, podemos movernos a responder con gratitud: Gracias, Padre, desde el fondo de mi corazón, en verdad lo digo, gracias. Gracias por darme la vida, y por mostrarme el significado de la misma, por salvarme de tantos peligros, de tantos pecados…
  5. Cualquier cosa que estemos considerando, tarde o temprano, como un niño en presencia de su benevolente y poderoso padre, nos encontraremos, probablemente, pidiendo cosas buenas a Dios: ¡Oh my Señor, quisiera amarte como Tú me amas! Necesito tu gracia para ser más paciente, para ver el lado bueno de los demás y no solo lo negativo en ellos. Enséñame a hacer Tú voluntad, a ser un verdadero discípulo… Este pedir puede tomar la forma de confusión o queja, como sucede muchas veces en el libro de los Salmos: ¿Dios mío, por qué me has abandonado? ¿Por qué me suceden estas cosas? Señor, yo no entiendo, enséñame, ilumíname. Ayúdame a ir a donde Tú quieres que vaya, porque ahora mismo no siento que pueda hacerlo…
  6. Mientras nuestra consideración nos mueve a una respuesta, esta respuesta llegará a su final y nos llevará una nueva consideración, por lo que volveremos a adentrarnos en el material de nuestra meditación. Podríamos volver al mismo punto ya considerado, o movernos a otro punto, hasta que esa nueva consideración produzca una nueva respuesta o una nueva conversación con Dios. Este intercambio, es decir, esta conversación continua, en que reflexionamos en la revelación de Dios y respondemos con nuestro corazón, utilizando nuestras propias palabras, es la esencia de toda meditación cristiana. Es aquí, donde el alma entra en intimidad con Cristo a través de la acción del Espíritu Santo. La simple consideración no es suficiente, debemos conseguir esa conversación con Dios de todo corazón.
  7. Por lo tanto, durante la meditación nos veremos normalmente moviéndonos entre los pasos 2 y 3, entre la consideración y la conversación. No porque hayamos considerado un punto y conversado con Cristo acerca de ese punto, no significa que podamos considerarlo nuevamente desde otro ángulo, o que podamos considerar otro punto y conversar acerca de ello. Esta conversación se lleva a cabo en ambas direcciones; nos movemos constantemente entre considerar (escuchar) y responder (hablar), según nos vaya dirigiendo el Espíritu Santo.
  8. Algunas veces nuestra respuesta puede hacerse con muchas palabras, las cuales pueden ir tan rápidas así como nuestro corazón quiera expresarlas. Otras veces, nos veremos repitiendo frases pequeñas o incluso una sola palabra, como Señor o Jesús, que resumen todo lo que sentimos. Otras veces como le sucedía al Santo Cura de Ars, nos quedaremos maravillados con la gloria de Dios y conversaremos con Él en el silencio de nuestro corazón, como si Dios nos mirase y nosotros mirásemos a Dios. Para cualquier forma que utilicemos debemos bajar la guardia de nuestra corazón para que la palabra que Dios preparada para nosotros hoy, penetre, regenere e inflame los secretos más profundos de nuestra alma.
  9. En este paso de la meditación, podemos sentir la necesidad de hablarle a los santos y a los ángeles, así como a la Santísima Virgen María. Podemos hablarles de Cristo, ya que ellos le conocen mejor de lo que podamos nosotros conocerle; podemos contemplar su fidelidad a Cristo, así como, podemos pedirle su intercesión.

Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: Atlantida Enviado: 04/02/2024 01:14

Una visión general

Quizás hayas estado familiarizado con la estructura de cuatro pasos para meditar recomendada por The Better Part. Tomados de las grandes tradiciones espirituales ignacianas y carmelitas, los cuatro pasos que la componen son: ConcentraciónConsideraciónConversación y Compromiso.

Algunas veces la meditación podría fluir fácilmente siguiendo estos cuatro pasos, uno tras otro. Otras veces, el cansancio, las distracciones o las tentaciones que se presentan, pueden hacer que algunos de los pasos cuesten. En adición, estos pasos pueden entremezclarse de tal manera, que la conversación con Dios sucede espontáneamente. Esto nos demuestra, que la estructura de los cuatro pasos en la meditación no es un fin en si mismo ni una mezcla arbitraria. Más bien, este método pone en marcha los elementos básicos para cualquier conversación de corazón a corazón con Dios. Llevándolos a cabo, proveen un marco de referencia para un encuentro personal con Dios que va más allá de todos los obstáculos que puedan ahogar nuestra vida de oración.

Al principio encontraremos incómodo seguir estos pasos. Nos veremos tentados a caer nuevamente en una mera lectura espiritual; pero al ir profundizándose nuestra vida de oración, esta estructura se hará parte de nosotros. Cuando los niños están aprendiendo sobre baloncesto, tiene que dominar ciertas destrezas fundamentales – el pase, el tiro – de manera individual. Al mejorar estas destrezas, ellos han desarrollado la habilidad de combinar estas destrezas de tal manera, que su juego se han fácil y sin torpeza. Eventualmente, estarán libres para jugar. Así mismo sucede al asimilar esta estructura en nuestra rato de oración.

Nuestro progreso

Tengamos en cuenta que el crecimiento en la vida espiritual o en la vida de oración conlleva tiempo y esfuerzo. Algunas veces podemos sentir que alcanzamos un gran progreso; pero de momento, parece que estamos arrastrándonos en la vida de oración. Otras, parece que no tenemos ningún progreso, que nos hemos estancados, y de momento fluye con gran rapidez.

Esto sucede así, no porque Dios sea caprichoso. Más bien, èl está misteriosamente guiándonos en una gradual purificación de nuestros egoísmos que se encuentra arraigados en nuestra alma. Puntos de vistas, emociones, ideas preconcebidas – todo esto, porque el pecado original y personal, que aparecen de muchas formas, obstaculizan el flujo de la gracia de Dios. Por ello, aprender a orar bien es como hacer que un terreno baldío se convierta en un hermoso jardín – Dios suple el sol, el agua y la tierra; pero nos toca a nosotros mover la tierra, plantar y regar, no solo una vez, sino varias veces… Pensemos que estos cuatro pasos en la meditación son como nuestras herramientas para hacer hermoso este jardín.

Entender las razones detrás de cada uno de los pasos harán que podamos sacarles su fruto. Incluso, estos pasos pueden ayudarnos a discutir acerca de nuestra vida de oración con nuestro director espiritual. A su vez, una clara idea de lo que conllevan, podrá ayudarnos a entender mejor cualquier otro escrito acerca de la oración. Es imperativo que cada cristiano se convierta en un experto en la oración; porque la oración es una “relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre” (CIC 2558) – una relación que nos da la vida misma y todos los componentes de esta vida con su significado más profundo, más auténtico y más satisfactorio.



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